Stalin y su ejército de simios | Anfrix
Stalin estaba necesitado de un ejército poderoso para contrarrestar a Occidente. Sin embargo, tenía un gran problema: los soldados mueren, y por ende se necesitan muchos y para mantener a muchos soldados se necesita mucho dinero. La Unión Soviética particularmente nunca fue un paraíso económico como para permitirse los ejércitos altamente entrenados de los Alemanes o cuantiosos como los de Estados Unidos, por lo que en una reunión con Ilya Ivanov, eminencia en el campo de hibridación animal, Stalin le haría el pedido más singular y bizarro que éste científico escuchara en su vida:
“Quiero un nuevo tipo de ser humano invencible, insensible al dolor, resistente e indiferente a la calidad de comida que se le de”
El Chuman
Los simios escogidos se basarían en el mítico chuman: ser híbrido entre humanos y chimpancés, creído posible en la época de Ivanov e incluso hasta los años 70. Las teorías se basaban en definir un ser de fuerza física superior y mentalidad reducida en comparación al humano.
Como esto ocurría a finales de los años 20 no contaban, ni siquiera existían, las técnicas de manipulación genética de hoy día. Por lo que la única solución de Ivanov consistía en recurrir a las herramientas de la época, es decir: intentar aparear simios con seres humanos. Como el gobierno Comunista de la época no tenía muchos problemas en despilfarrar vidas humanas y obtener “voluntarias” que “aceptaran” ser inseminadas con esperma de mono la mitad de los “ingredientes” estaría servida. No obstante, si bien no tenían problemas para conseguir humanos con los que experimentar si tenían un gran problema en encontrar simios. Por esta razón, a finales de 1926, Ivanov es enviado a África con una gran cantidad de dinero para estudiar las poblaciones de monos y saber cual sería la raza más indicada de la cual retirar el esperma. Al mismo tiempo, en la Unión Soviética, establecieron un “centro de investigación”. La idea, si funcionaba, era obtener un ser físicamente superior al ser humano y mentalmente un tanto imbécil -imbécil en la antigua terminología médica, no el insulto popular-, en la medida justa como para saber cómo manejar armas y luchar y no tanto como para cuestionar al gobierno.
Tras un notable fracaso en África, se dirigió a Francia -país en el que poseía muchos contactos ya que fue miembro del Instituto Pasteur en el pasado-. Aquí intentaría inseminar 3 hembras de chimpancé con esperma humano, sin embargo, el fracaso se repetiría y no obtendría resultados. Continuando con sus estudios la prueba final transcurría en Sukhumi, donde junto al apoyo de la Academia Comunista, intentaría inyectar esperma de simio en “voluntarias”. Otra vez los intentos estarían marcados por el fracaso total y para 1930 ya se abandonarían todos los intentos de hibridación humano-simio.
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