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Vagaba, cabizbaja, sin rumbo aparente mas con fijo destino...
Su espada envainada, su escudo firme en su mano débil, su túnica bailando al viento que parecía quererla obligar a regresar por donde vino. Cada vez que retenía los mechones de pelo que parecían jugar a dejarse llevar por la fuerte corriente de aire, con la mano derecha, su vista se veía entorpecida por su propio guante, debiendo aminorar la marcha y ladear la cabeza.
Cansada, fatigada de caminar hacia aquél lugar...
***
Alzó su cabeza, mirando fijamente a la silueta que se hallaba frente a ella. Le clavó sus ojos color verdeagua, cargados de antigua ira y angustia pasada... algo que los habitantes de estas tierras llaman rencor.
Deseaba con todo su ser ponerse de pie y tomar su vida antes de perder la propia, mas se veía confinada a la inmovilización causada por las múltiples heridas que el tenebroso ser frente a ella había causado. Viejas cicatrices que se abrieron de inmediato, en su corazón... esas, las que más dolían... tan solo cruzar sus ojos con los de ella... una milésima de segundo bastó para destruír su interior con el sinfín de recuerdos que la llevara a aquella montaña perdida de Aden en primer lugar.
Ahora mismo, se recordaba a ella misma, mirando la cima del cerro que hacía más tiempo del que podía recordar, estaba escalando. Su único temor era morir antes de alcanzar el corazón de aquella criatura con sus propias manos y deshacerlo entre sus dedos, como habría hecho con su ser...
Vio el rostro de todos sus amigos caídos en batalla... sus antiguos compañeros de escudería, aquellos rostros que le habían traído seguridad y amor por tanto tiempo, deformados de dolor, retorcidas muecas de sufrimiento... con una voz que resonaba en su cabeza, a cada paso que daba: ...Por tu causa... murieron por tu causa...
No...
Nemea...
Markokrako...
Elnmister...
Annu...
Lukard0...
Aylwin... Wilus...
Nada fallaba en esas palabras... ellos habían perecido en el mundo de Aden siguiendo ciegamente su causa...
Nemea, Cardenal de Heironeus, dios Faerünense de la guerra y la curación, fue la primera en entregar su vida para salvarle en aquella guerra sin sentido de honor alguno.
Markokrako, "Ojo de Halcón"... el humano más rápido que jamás hubiera conocido... cobarde como él solo, siempre salvaba su propio pellejo antes que ayudar a sus compañeros... excepto aquél día, que se interpuso entre ella y el mago que la atacaba... en un encuetro aleatorio contra unos bandidos sin sentido de honor alguno.
Elnmister, Nigromante de la ciudad de Cormanthor... quizás el mago más problemático y extraño que jamás haya conocido... radicado en Aden, buscando los métodos para resucitar a su padre... empleado esa habilidad en quien, ese día, luchaba contra las corrientes para alcanzar la cima de la montaña donde descansaba aquél ser sin sentido de honor alguno, que tomara su vida por ello.
Annu, "Flecha de Plata" la pequeña Annu... asesinada por la guardia de Giran, una guardia sin sentido de honor alguno... sólo por levantar su arco contra un escudero del rey que habría malversado el nombre de la elfa...
LuKard0, Paladín Ciego de la orden de Ilmater, antiguo líder de la escudería. Defensor de la Fe... hasta ese día, durante aquella guerra interminable, declarada contra los esclavistas sin sentido de honor alguno.
Aylwin, "Daga de Viento" y Wilus, "Azote de Viento"... la luz y la oscuridad, hermanos, elfa y drow... con su último hálito de viento, protegieron a la elfa de la traición de una escudería sin sentido de honor alguno.
Cerró los ojos, sentía que estaba a punto de desmayarse, el aire faltaba a su rededor y la herida punzante dentro de su pecho, latía cada vez con más fuerza...
Ichigo... Meldwen... Medea... LuisMartin... BeqaDev... Astash... Logan... Mapare... DarkSchnider... Yukopicha... Master... Belladona y Haziel... Noble... blackpiche... Coco... Aranume... Zodd... CloudStrife... Ryante... Tormi... SnowPowder... Harmonia... Matucho... Quamelfo... Aleromeo... Eddneissil... Trapichosa... SpellMaze... ReefElf... CapMolo... EntryPoint... MING... Tyka... LordMaios... deuan... Efrain... Galion... holiver... mustang...
Zercus...
Raistlin...
¿Dónde estaban todos ellos? declarados desaparecidos hace mucho tiempo ya... algunos solían surgir ausentes de memoria alguna, en el caso de Meldwen, deuan y ReefElf, como esclavas de algún guerrero rico...
Dolía...
Alcanzó la Cima...
Cayó de rodillas, y como ella, cayó también la espada que empuñaba en la mano que llevó rápidamente a su pecho.
Ceci... Isilwen... Bloodinesses... ¿dónde están tus "hermanas" ahora? ¿dónde están quienes juraron lealtad a tu causa y te han abandonado? Vieron lo que les ocurre a quienes te rodean, Sylvarien Quinthani. Todo lo que tocas, se muere... Todo en este mundo se renueva, solar patética... todo, incluyendo a las personas... menos tú, que llegaste a ser mi mejor arma contra tus propios protegidos.
Alzó su cabeza, mirando fijamente a la silueta que se hallaba frente a ella. Le clavó sus ojos color verdeagua, cargados de antigua ira y angustia pasada... algo que los habitantes de estas tierras llaman rencor.
Sin tomar su espada, se puso de pie... liberó el escudo de su mano torpe, dejándolo caer al suelo.
El dolor que la azotaba, desapareció por completo cuando pudo ver los rostros de quienes aún están con ella
Aluen... Cziczarkko... Leteo... Cataqclismo... Jinuxi... AnimaNegra... Maxilords... Conandrum... Fenryl... Mithuth... Defias... Belegond... Drenix... MaverickSauron... Eddoras... Kraloth... Eldalie... JeanneDArc... Marigold... Strycekova... Matiuskas... Yennfer... Gala... la pequeña Ehvelyn... Los nuevos reclutas: Safenat... Crunt... CasinCuCalas... Reivin
Comenzó a recitar un extraño cántico... un hechizo conocido de esta tierra, mas recitado en el lenguaje de la costa salvaje...
El cielo pareció despejarse de pronto. Pequeñas grietas en la gran bóveda azul comenzaron a aparecer... como si la mismísima realidad estuviera siendo rasgada por el vortex mágico que la hechicera de Mystra comenzó a invocar.
Las rocas... el suelo... el templo que yacía frente a ella... su espada y su escudo... todo comenzó a deformarse por acción de la magia salvaje que desprendía Sylvarien.
Y con esto... es... que... ¿piensas asesinarme? -Einhasad rió estrepitosamente.
Existe una leyenda en mi tierra... acerca de una gran criatura, única en su especie... invencible... el Tarrasque.
La realidad parecía rasgarse más y más... pocas cosas en el area de efecto del hechizo de la Maga Salvaje quedaban con su forma original... tan sólo dos cuerpos: El de Sylvarien y el de Einhasad.
Cuentan... que un grupo de aventureros lograron vencerlo una vez, sin derrotarlo en combate... entre ellos, una maga salvaje... que consiguió abrir un Vortex a otro plano y así, desplazar a la terrible bestia fuera de Faerün... ¿cuánto tiempo más podré sostener el flujo de magia cruda en mi cuerpo, Diosa de Aden?
La realidad del cuerpo de la Elfa Solar comenzaba a rasgarse también. Extrañas grietas de color octarino comenzaron a brotar de los brazos de la hechicera de Mystra, al tiempo que varios tentáculos negros brotaban del suelo, sujetando a Einhasad.
¿Por qué quieres matarme? -no parecía sorprendida ni perturbada por el terrible caos que la rodeaba.
Interferiste con el Telar, Diosa de Aden... todo lo que VOS tocas se muere!!... todas las guerras son por TU causa!!...
Un destello de luz octarina envolvió todo el lugar
TUS CAPRICHOS!! TU VOLUNTAD... TU MALDITA FALTA DE HONOR!!
Todo desapareció.
Lentamente, abrió los ojos y se descubrió a sí misma de rodillas, en medio de la plaza de Aden, frente al monumento de los héroes, con sus manos encadenadas a sus pies, vestida de blanco.
Miró su rededor... más de media ciudad estaba pendiente de su suerte... arrodillada, frente al humano que sostenía en alto una gran espada mandoble, destinada a separarla del mundo de los vivos... Nada más se escuchó luego del blandir del arma a dos manos.
Se incorporó abruptamente tomándose el cuello, asegurándose de que aún estaba viva. Respiró profundamente y elevó los ojos al cielo... estaba por anochecer y debía regresar a la posada.
Se puso de pie, envainó su espada y cargó su escudo en la espalda.
No miró atrás... sólo pensaba en seguir adelante.
Su espada envainada, su escudo firme en su mano débil, su túnica bailando al viento que parecía quererla obligar a regresar por donde vino. Cada vez que retenía los mechones de pelo que parecían jugar a dejarse llevar por la fuerte corriente de aire, con la mano derecha, su vista se veía entorpecida por su propio guante, debiendo aminorar la marcha y ladear la cabeza.
Cansada, fatigada de caminar hacia aquél lugar...
***
Alzó su cabeza, mirando fijamente a la silueta que se hallaba frente a ella. Le clavó sus ojos color verdeagua, cargados de antigua ira y angustia pasada... algo que los habitantes de estas tierras llaman rencor.
Deseaba con todo su ser ponerse de pie y tomar su vida antes de perder la propia, mas se veía confinada a la inmovilización causada por las múltiples heridas que el tenebroso ser frente a ella había causado. Viejas cicatrices que se abrieron de inmediato, en su corazón... esas, las que más dolían... tan solo cruzar sus ojos con los de ella... una milésima de segundo bastó para destruír su interior con el sinfín de recuerdos que la llevara a aquella montaña perdida de Aden en primer lugar.
Ahora mismo, se recordaba a ella misma, mirando la cima del cerro que hacía más tiempo del que podía recordar, estaba escalando. Su único temor era morir antes de alcanzar el corazón de aquella criatura con sus propias manos y deshacerlo entre sus dedos, como habría hecho con su ser...
Vio el rostro de todos sus amigos caídos en batalla... sus antiguos compañeros de escudería, aquellos rostros que le habían traído seguridad y amor por tanto tiempo, deformados de dolor, retorcidas muecas de sufrimiento... con una voz que resonaba en su cabeza, a cada paso que daba: ...Por tu causa... murieron por tu causa...
No...
Nemea...
Markokrako...
Elnmister...
Annu...
Lukard0...
Aylwin... Wilus...
Nada fallaba en esas palabras... ellos habían perecido en el mundo de Aden siguiendo ciegamente su causa...
Nemea, Cardenal de Heironeus, dios Faerünense de la guerra y la curación, fue la primera en entregar su vida para salvarle en aquella guerra sin sentido de honor alguno.
Markokrako, "Ojo de Halcón"... el humano más rápido que jamás hubiera conocido... cobarde como él solo, siempre salvaba su propio pellejo antes que ayudar a sus compañeros... excepto aquél día, que se interpuso entre ella y el mago que la atacaba... en un encuetro aleatorio contra unos bandidos sin sentido de honor alguno.
Elnmister, Nigromante de la ciudad de Cormanthor... quizás el mago más problemático y extraño que jamás haya conocido... radicado en Aden, buscando los métodos para resucitar a su padre... empleado esa habilidad en quien, ese día, luchaba contra las corrientes para alcanzar la cima de la montaña donde descansaba aquél ser sin sentido de honor alguno, que tomara su vida por ello.
Annu, "Flecha de Plata" la pequeña Annu... asesinada por la guardia de Giran, una guardia sin sentido de honor alguno... sólo por levantar su arco contra un escudero del rey que habría malversado el nombre de la elfa...
LuKard0, Paladín Ciego de la orden de Ilmater, antiguo líder de la escudería. Defensor de la Fe... hasta ese día, durante aquella guerra interminable, declarada contra los esclavistas sin sentido de honor alguno.
Aylwin, "Daga de Viento" y Wilus, "Azote de Viento"... la luz y la oscuridad, hermanos, elfa y drow... con su último hálito de viento, protegieron a la elfa de la traición de una escudería sin sentido de honor alguno.
Cerró los ojos, sentía que estaba a punto de desmayarse, el aire faltaba a su rededor y la herida punzante dentro de su pecho, latía cada vez con más fuerza...
Ichigo... Meldwen... Medea... LuisMartin... BeqaDev... Astash... Logan... Mapare... DarkSchnider... Yukopicha... Master... Belladona y Haziel... Noble... blackpiche... Coco... Aranume... Zodd... CloudStrife... Ryante... Tormi... SnowPowder... Harmonia... Matucho... Quamelfo... Aleromeo... Eddneissil... Trapichosa... SpellMaze... ReefElf... CapMolo... EntryPoint... MING... Tyka... LordMaios... deuan... Efrain... Galion... holiver... mustang...
Zercus...
Raistlin...
¿Dónde estaban todos ellos? declarados desaparecidos hace mucho tiempo ya... algunos solían surgir ausentes de memoria alguna, en el caso de Meldwen, deuan y ReefElf, como esclavas de algún guerrero rico...
Dolía...
Alcanzó la Cima...
Cayó de rodillas, y como ella, cayó también la espada que empuñaba en la mano que llevó rápidamente a su pecho.
Ceci... Isilwen... Bloodinesses... ¿dónde están tus "hermanas" ahora? ¿dónde están quienes juraron lealtad a tu causa y te han abandonado? Vieron lo que les ocurre a quienes te rodean, Sylvarien Quinthani. Todo lo que tocas, se muere... Todo en este mundo se renueva, solar patética... todo, incluyendo a las personas... menos tú, que llegaste a ser mi mejor arma contra tus propios protegidos.
Alzó su cabeza, mirando fijamente a la silueta que se hallaba frente a ella. Le clavó sus ojos color verdeagua, cargados de antigua ira y angustia pasada... algo que los habitantes de estas tierras llaman rencor.
Sin tomar su espada, se puso de pie... liberó el escudo de su mano torpe, dejándolo caer al suelo.
El dolor que la azotaba, desapareció por completo cuando pudo ver los rostros de quienes aún están con ella
Aluen... Cziczarkko... Leteo... Cataqclismo... Jinuxi... AnimaNegra... Maxilords... Conandrum... Fenryl... Mithuth... Defias... Belegond... Drenix... MaverickSauron... Eddoras... Kraloth... Eldalie... JeanneDArc... Marigold... Strycekova... Matiuskas... Yennfer... Gala... la pequeña Ehvelyn... Los nuevos reclutas: Safenat... Crunt... CasinCuCalas... Reivin
Comenzó a recitar un extraño cántico... un hechizo conocido de esta tierra, mas recitado en el lenguaje de la costa salvaje...
El cielo pareció despejarse de pronto. Pequeñas grietas en la gran bóveda azul comenzaron a aparecer... como si la mismísima realidad estuviera siendo rasgada por el vortex mágico que la hechicera de Mystra comenzó a invocar.
Las rocas... el suelo... el templo que yacía frente a ella... su espada y su escudo... todo comenzó a deformarse por acción de la magia salvaje que desprendía Sylvarien.
Y con esto... es... que... ¿piensas asesinarme? -Einhasad rió estrepitosamente.
Existe una leyenda en mi tierra... acerca de una gran criatura, única en su especie... invencible... el Tarrasque.
La realidad parecía rasgarse más y más... pocas cosas en el area de efecto del hechizo de la Maga Salvaje quedaban con su forma original... tan sólo dos cuerpos: El de Sylvarien y el de Einhasad.
Cuentan... que un grupo de aventureros lograron vencerlo una vez, sin derrotarlo en combate... entre ellos, una maga salvaje... que consiguió abrir un Vortex a otro plano y así, desplazar a la terrible bestia fuera de Faerün... ¿cuánto tiempo más podré sostener el flujo de magia cruda en mi cuerpo, Diosa de Aden?
La realidad del cuerpo de la Elfa Solar comenzaba a rasgarse también. Extrañas grietas de color octarino comenzaron a brotar de los brazos de la hechicera de Mystra, al tiempo que varios tentáculos negros brotaban del suelo, sujetando a Einhasad.
¿Por qué quieres matarme? -no parecía sorprendida ni perturbada por el terrible caos que la rodeaba.
Interferiste con el Telar, Diosa de Aden... todo lo que VOS tocas se muere!!... todas las guerras son por TU causa!!...
Un destello de luz octarina envolvió todo el lugar
TUS CAPRICHOS!! TU VOLUNTAD... TU MALDITA FALTA DE HONOR!!
Todo desapareció.
Lentamente, abrió los ojos y se descubrió a sí misma de rodillas, en medio de la plaza de Aden, frente al monumento de los héroes, con sus manos encadenadas a sus pies, vestida de blanco.
Miró su rededor... más de media ciudad estaba pendiente de su suerte... arrodillada, frente al humano que sostenía en alto una gran espada mandoble, destinada a separarla del mundo de los vivos... Nada más se escuchó luego del blandir del arma a dos manos.
Se incorporó abruptamente tomándose el cuello, asegurándose de que aún estaba viva. Respiró profundamente y elevó los ojos al cielo... estaba por anochecer y debía regresar a la posada.
Se puso de pie, envainó su espada y cargó su escudo en la espalda.
No miró atrás... sólo pensaba en seguir adelante.
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