Ahí estas otra vez, de pie, esperándome. Miras al cielo, en tus ojos se puede ver la esperanza de volver a verme. Odio que sea el azar el que nos reúna, que no podamos vernos cuando lo deseemos, aunque eso tampoco podría ser posible. “¿Por qué ha de ser así?”. Me he hecho tantas veces esa pregunta que ya apenas tiene algún sentido para mi. Si algo he aprendido es que no todo lo bueno dura eternamente, que siempre se acaba, … incluso tú, a mi pesar.
Me acerco lentamente, no para sorprenderte, sino para aprovechar esos efímeros momentos e intentar recordar cada acción y movimiento que hago, para no olvidarlo jamás, algo difícil, lo sé, debido a la naturaleza de la situación.
Te das la vuelta, y en ese momento, todo se detiene. Tu mirada consigue hacerme sentir vivo, capaz de soportar cualquier cosa. Esos ojos, esa pureza reflejada en ellos, es algo que casi no se puede ver allí de donde vengo. Empiezas a sonreír, provocando en mi una sensación extraña, apenas puedo describirla, es como si todo lo que era antes, dejara casi de existir y fuera alguien nuevo en ese momento.
Miro alrededor, no hay nadie, algo normal, son éstos los momentos que siempre deseamos que pasen y que nunca vemos oportunidad de que ocurran.
Nos acercamos lentamente, no nos decimos nada, pues no hay nada que decir, la situación es tan perfecta que sobra toda clase de palabras, sonidos, situaciones, etc. Nos abrazamos fuertemente, siento tu calor, algo extraño, pero no pienso preguntarme el por qué. Te abrazo fuertemente, no quiero perderte, no deseo apartarme de tu mirada, no quiero dejar de oler tu perfume, de sentir tu calor, tu cuerpo entre mis brazos.
No se el tiempo que llevamos así pues dejó de existir desde el momento en el que te vi. Sólo deseo permanecer contigo toda mi vida, e incluso mi muerte. No soportaría la idea de estar sólo sin ti. Una vida sin ti es una muerte lenta y una vida junto a ti, equivale a la inmortalidad.
El cielo empieza a iluminarse, la señal de que todo va a acabar. Abro la boca para gritar, para maldecir ese momento, pero tu colocas un dedo en mis labios y consigues que todo el dolor del momento desaparezca. Me miras de una manera tierna, como se mira a alguien querido que piensas que nunca más volverás a verle. Te caen unas pequeñas lágrimas, no de tristeza por que todo se acaba, sino de alegría por habernos podido ver y estar juntos.
La luz cada vez es más intensa, ya apenas queda tiempo, nuestras miradas se detienen y nos besamos apasionadamente, provocando que el trágico suceso tarde algo más en llegar.
Desapareces de mi vista como por arte de magia, abro los ojos y ya no estas, me encuentro en mi habitación iluminada por la luz de la mañana. Vuelvo a maldecir mi destino, la tristeza me vuelve a poseer, pero sólo un momento. Sé que ha sido un sueño, pero siento en mis labios los tuyos, y en mis manos tu calor, demostrando, que fuiste, durante un tiempo real, y que estuvimos juntos. Ahora miro por la ventana tristemente, preguntándome, cuánto tiempo tendré que esperar para volver a verte.
Me acerco lentamente, no para sorprenderte, sino para aprovechar esos efímeros momentos e intentar recordar cada acción y movimiento que hago, para no olvidarlo jamás, algo difícil, lo sé, debido a la naturaleza de la situación.
Te das la vuelta, y en ese momento, todo se detiene. Tu mirada consigue hacerme sentir vivo, capaz de soportar cualquier cosa. Esos ojos, esa pureza reflejada en ellos, es algo que casi no se puede ver allí de donde vengo. Empiezas a sonreír, provocando en mi una sensación extraña, apenas puedo describirla, es como si todo lo que era antes, dejara casi de existir y fuera alguien nuevo en ese momento.
Miro alrededor, no hay nadie, algo normal, son éstos los momentos que siempre deseamos que pasen y que nunca vemos oportunidad de que ocurran.
Nos acercamos lentamente, no nos decimos nada, pues no hay nada que decir, la situación es tan perfecta que sobra toda clase de palabras, sonidos, situaciones, etc. Nos abrazamos fuertemente, siento tu calor, algo extraño, pero no pienso preguntarme el por qué. Te abrazo fuertemente, no quiero perderte, no deseo apartarme de tu mirada, no quiero dejar de oler tu perfume, de sentir tu calor, tu cuerpo entre mis brazos.
No se el tiempo que llevamos así pues dejó de existir desde el momento en el que te vi. Sólo deseo permanecer contigo toda mi vida, e incluso mi muerte. No soportaría la idea de estar sólo sin ti. Una vida sin ti es una muerte lenta y una vida junto a ti, equivale a la inmortalidad.
El cielo empieza a iluminarse, la señal de que todo va a acabar. Abro la boca para gritar, para maldecir ese momento, pero tu colocas un dedo en mis labios y consigues que todo el dolor del momento desaparezca. Me miras de una manera tierna, como se mira a alguien querido que piensas que nunca más volverás a verle. Te caen unas pequeñas lágrimas, no de tristeza por que todo se acaba, sino de alegría por habernos podido ver y estar juntos.
La luz cada vez es más intensa, ya apenas queda tiempo, nuestras miradas se detienen y nos besamos apasionadamente, provocando que el trágico suceso tarde algo más en llegar.
Desapareces de mi vista como por arte de magia, abro los ojos y ya no estas, me encuentro en mi habitación iluminada por la luz de la mañana. Vuelvo a maldecir mi destino, la tristeza me vuelve a poseer, pero sólo un momento. Sé que ha sido un sueño, pero siento en mis labios los tuyos, y en mis manos tu calor, demostrando, que fuiste, durante un tiempo real, y que estuvimos juntos. Ahora miro por la ventana tristemente, preguntándome, cuánto tiempo tendré que esperar para volver a verte.
Comment