(ale aquí teneis la continuación del concurso, desde el punto de vista del atribulado gladiador protagonista... Disfrutadlo!)
Pero no llegaría muy lejos… le hicieron saber que al dia siguiente se celebraría la segunda parte del concurso, otras dos pruebas… no podia irse ahora, aunque sus obligaciones lo reclamasen en el campo de batalla. Decidio pernoctar en la bucolica ciudad de Aden, lugar de residencia del señor del continente, de quien se decía que estaba loco.
Bien cerrada la noche y con varias cervezas encima, Pulverizador se tendió en su cama. Los espectros de sus recuerdos lo acosaban, sin darle tregua.
“Soifong… ¿dónde estás? ¿qué ha sido de ti? ¿aún me quieres? Sianara… ¿por qué has aparecido ahora? ¿había algo en esa mirada que me dirigiste? Oh dioses, ¿qué he de hacer? Por qué, maldita sea, no habre muerto de un lanzazo en alguna batalla… por qué tengo que vivir para sufrir este suplicio…”
Con estos pensamientos, el guerrero se sumió en un sueño etílico, que lo tendria postrado hasta bien entrado el mediodía.
Pero como todo, hasta las peores borracheras pasan. La hora de volver al coliseo, al rincón bajo los cerezos donde se llevaba a cabo el campeonato, casi había llegado. Pulverizador se vistió con su pesada armadura, fijó sus numerosas armas y salió de la posada. Sin prisa caminó hasta salir de la ciudad, comprando por el camino algo de comida, y se dirigió al punto de encuentro.
Poco había cambiado bajo los cerezos, el ujier seguía allí, había concursantes, aunque bastantes menos que el día anterior y el jurado… del jurado estaban menos de la mitad de las princesas. Y entre las que se encontraban presentes, no se hallaba Sianara. El golpe fue duro para el guerrero, pero lo sobrellevó por dentro, sin dejar que aflorara a su rostro. Aún tenía un compromiso con el concurso.
Se sentó en la hierba junto al resto de participantes. El ujier anunció en qué consistía la siguiente prueba.
-Caballeros, las princesas han decidido cómo os probaran ahora… tendréis que demostrar vuestra capacidad de improvisación y si estáis tocados por la musa de la poesía… La prueba consistirá en recitar un poema, de al menos ocho versos, en el que incluyais el nombre de la princesa que os toque y una palabra, que os dirá en el momento. Buena suerte a todos.
La situación no cogió a nadie por sorpresa, si bien los participantes se miraron entre ellos con expresión preocupada. Todos esperaban algo así, pero sí que causó cierta incomodidad. Quien mas quien menos, todos habían preparado algo en previsión de las pruebas de hoy, pero ahora quedaba todo en manos de la suerte…
-Hola, Pulve –Una chica se sentó a su lado.
-¡Weyden! –saludó el guerrero a su compañera de clan –¿qué haces tu aquí?
-Vine a darte ánimos, guerrero.
-Gracias Weyden, lo cierto es que me hacen falta –dijo Pulverizador con una sonrisa.
-El primer aspirante es… -El recital comenzó. Los aspirantes que habían superado la prueba anterior fueron pasando, uno a uno, ante las pocas princesas que se hallaban presentes, con mayor o menor fortuna. Fue entonces cuando le tocó el turno a un elfo oscuro…
-El participante Gaddo, que avance –el tal Gaddo vestía una armadura pesada azul y portaba a su espalda dos espadas. “Un bailarín de la cuchilla”, pensó Pulverizador “peligrosos en el campo de la batalla, veremos cómo se porta aquí”
Al elfo oscuro le tocó la princesa Ladysky y la palabra arbusto. Poca gente recordó los versos que hilvanó, pero el impacto fue general. Todo el mundo dio por sentado que tenían un ganador. Con una reverencia, Gaddo ocupó su sitio frente al jurado.
-Lo ha puesto muy difícil –le susurró Pulverizador a su compañera.
-Sí, pero puedes superarlo. Sólo tendras que usar un poco esa cabeza que tienes sobre los hombros…
-No se si podré. Estas situaciones no son las mías, estoy incómodo.
-Tranquilo Pulve, ya verás como puedes.
Weyden se situó detrás del guerrero, le desabrochó las hombreras de la armadura y le masajeó, cerca del cuello.
-Estás demasiado tenso, deberías relajarte un poco…
Era mediada la tarde cuando el ujier anunció por fin el turno de Pulverizador.
-Aspirante Pulverizador, avance.
El guerrero caminó, envarado.
-La princesa que se os ha designado es Isilwen, guerrero.
Pulverizador miró a Isilwen, que permanecía sentada. Iba vestida con una túnica para mago lujosa y con runas demasiado raras inscritas en ella. Tenia los claros y el cabello rubio propio de los elfos blancos, si bien había una expresión de determinación en su mirada que no cuadraba con esa raza…
-Saludos, guerrero
-Saludos, Isilwen. ¿Cuál es la palabra que me tocará?
-Déjame pensar… -Isilwen miró a pulverizador a los ojos. Había una chispa brillando el su expresión, y una sonrisa bailaba en sus labios. –Compón un poema con la palabra princesa, guerrero.
Pulverizador se quedó pensando, meditando. Podía haber sido peor… podría haberle tocado cabalgata, como a otro participante. Entre las miembros del jurado todo eran susurros.
-Ya tenía ganas de que me tocara este humano –le dijo Isilwen con voz queda a Ladysky
-¿Y quién no? –fue la respuesta.
El resto de aspirantes oyeron estas palabras, y empezaron a surgir comentarios, de que si había tongo, si el concurso estaba amañado… Pulverizador, mas rojo aun que en la jornada anterior, intentó hacer caso omiso.
-Princesa Isilwen para la ocasión, os compondré un soneto. Espero que no seais demasiado cruel a la hora de juzgarme.
Con la mente bullendo, el guerrero enmudeció. Sintió una mirada en su espalda, la de Weyden, quien le daba ánimo silenciosamente.
-empiezo –susurró. Cerró los ojos y se lanzó al ruedo, como decían en su isla natal.
- Te veo y confío en que volaremos,
Como estrellas surcaremos los cielos,
Entre nebulosas de terciopelo,
Danzando fusionados jugaremos.
Isilwen, las galaxias cruzaremos,
Cogeremos cometas en sus vuelos,
Miles de maravillas que con velos,
Nos incitarán a que las tomemos.
Y cuando al fin hallemos un rincón
Donde observaremos el firmamento
Juntos, en el fin de la Creación,
Te miraré y princesa, sabré en ese momento
Que no hay astro ni luna en conjunción
Que cambie por el soplo de tu aliento.
El público quedó enmudecido por unos instantes. Pulverizador se atrevió a abrir un ojo. Todos lo miraban. Las princesas se levantaron, y la gente estalló en aplausos. Confundido, el guerrero hizo una reverencia, susurró unas palabras y volvió a su posición.
-Ha sido precioso, Pulve –le dijo Weyden.
-¿Tú crees? Me salió sin más, no creo que fuera para tanto…
-Ha sido el mejor poema de la tarde, créeme.
No muy convencido, Pulverizador miró al jurado. Discutían entre ellas. Al final, una se levantó y dijo:
-El aspirante Pulverizador, tiene un nueve como calificación.
-¿Comooooo? –Weyden estalló –¡Pero si esa fue la puntuación de Gaddo! ¡Y el poema de Pulverizador es mucho mejor!
De fondo, las voces del resto de concursantes, cada uno dando su opinión.
-Tranquilízate Weyden por favor –le pidió el guerrero –Te agradezco que me defiendas así, pero no creo que mis versos fueran mejores que los de Gaddo… Además, da igual.
Pulverizador se tumbó.
-Soifong perdida, y Sianara a saber dónde para…
Weyden se tumbó junto a él y le besó en la mejilla.
-Todo se arreglará, Pulve. Ten fe.
Y la segunda prueba terminó, sin ninguna ceremonia.
-Ahora, la tercera prueba –Dijo el ujier –Los participantes deberán dirigirse al coliseo y despojarse de sus armas y armaduras. Una vez allí, pelearán entre ellos hasta que sólo quede uno en pie.
Todos los participantes se sorprendieron. No contaban con tener que usar la violencia en este concurso…
El Coliseo había sufrido una ligera remodelación. Se había echado agua en la hierba, con la morbosa intención de que se formara barro, pero el unico efecto conseguido fue el de hierba mojada. Los aspirantes se reunieron en el centro, despojados de sus equipos, mientras aguardaban la señal. El combate sería tremendamente desproporcionado, algunos sólo podrían disponer de sus manos, mientras que otros tenían multitud de hechizos a su favor.
Y la batalla comenzó… A la señal de las princesas, los participantes se lanzaron unos contra otros, como fieras. Pulverizador aguardó unos instantes, buscando a su enemigo más peligroso… Daenor, un poderoso místico, que en esos momentos intentaba correr de un enano y del orco Alejandrox, que lo acosaban sin cesar. Pulverizador se unió a los dos atacantes, dispuesto a dejar ko al mago antes de que pudiera ejecutar sus hechizos. Fallaron. El mago los fue durmiendo y ralentizando uno a uno, si bien le costó horrores zafarse de sus perseguidores.
Concentrado como estaba en acabar con Daenor, Pulverizador se vio derribado por el impacto de otra magia… Un tremendo golpe de viento, enviado por otro místico, había impactado en su cuerpo. Resuelto, el guerrero se lanzó a por su nueva amenaza, si bien esta se vio reducida por las maldiciones, los golpes y las blasfemias del salvaje orco Alejandrox. Eliminado el místico y viendo el orco tan aparente a Pulverizador, le lanzó una horrible maldición, que minó la salud del guerrero gradualmente… Éste se intento sobreponer y se lanzó sobre el orco, pero las magias de Daenor lo fulminaron, enviándolo al suelo…
En ese instante hicieron su aparición tres personajes:
otro guerrero humano, famoso como uno de los lideres de una de los grupos militares más poderosos del continente: Bakfutt, Vengador Oscuro y soldado temerario donde los haya. Con él iban el mago oscuro LoI y una sacerdotisa élfica. Sin apenas inmutarse, redujeron al resto de aspirantes y los echaron de la arena del coliseo. Cuando acabaron con ellos, se volvieron a por las princesas y las golpearon sin piedad.
Pulverizador estaba furioso. Un velo de sangre cubría sus ojos, mientras preparaba sus atavíos de guerra. Era una batalla perdida, el solo contra los tres, pero aun así no podía dejar pasar ese ultraje… Vio cómo otros de los concursantes también se preparaban para la batalla. Salieron a la arena, pelearon como leones… y volvieron a caer. L
as princesas, viendo que los aspirantes no tenían posibilidad, les dijeron que salieran de allí. No podian poner en peligro sus vidas por ellas. Humillados, los participantes abandonaron el coliseo y se reunieron en la entrada de éste.
-Bueno, la última prueba queda suspendida –anunció el ujier -. En su lugar, las damas han decidido que participareis en una carrera rodeando el coliseo. Para ganar, podreis usar cualquier truco que conozcais, todo está permitido, salvo matar a los adversarios.
Como en la prueba anterior, hubo voces de protesta y de alegría. Los ágiles elfos se veían con la victoria en las manos, mientras los humanos y el orco maldecían entre dientes. No obstante, había una pequeña posibilidad…
-Toma, Pulve –le dijo Weyden, a su espalda –Estas pociones te darán un poco más de velocidad. Ojalá pudiera ayudarte algo más. Pero…
-Gracias Weyden. Has hecho ya demasiado por mí –Respondió Pulverizador. –Ojalá algún día encuentre cómo recompensarte, amiga mía.
Sin más palabra, el guerrero bebió la poción y se colocó en la línea de salida, esperando la señal, junto a los demás participantes.
“Que se maten entre ellos” –fue la estrategia que ideó sobre la marcha –“me centraré en correr, no puedo permitirme perder un segundo apaleando al resto de la gente”
El ujier dio la señal de salida. Los participantes avanzaron, resueltos a darlo todo en el primer sprint. Pronto los elfos quedaron en cabeza, si bien los conflictos también comenzaron pronto. Pulverizador se centró en correr, en correr… Iba por los puestos intermedios cuando notó un pie trabándose con los suyos. Sorprendido, cayó y su cabeza chocó contra una columna. El impacto lo dejó aturdido unos segundos preciosos, en los que perdió de vista a los participantes que iban en cabeza. No obstante, corrió y corrió, si bien no le sirvió de nada. Llegó de los últimos.
-El ganador es el participante Daenor –dijo el Ujier. El corredor victorioso hizo una reverencia.
-Y ahora –continuó, antes de que los aspirantes comenzaran con sus comentarios –las princesas decidirán quiénes son los ganadores.
Las princesas y miembros del jurado se retiraron. En ese momento, una silueta llamó la atención de Pulverizador; era Sianara. Había aparecido al final del concurso. Pulverizador respiró aliviado y le dirigió una cálida sonrisa, a la que ella contestó con otra más impersonal. Acto seguido se sumió en una conversación con el resto de las princesas.
Poco rato después, y ante la tensión creciente, las princesas se volvieron a mirar a los concursantes.
-El ganador de la última prueba fue Daenor –dijeron, con calma. El aludido hinchó su pecho, lleno de orgullo.
-Y el ganador del concurso es… -dejaron que corriera algo de tiempo, para acrecentar los nervios –El ganador del concurso, el hombre más caballeroso del reino es… Pulverizador. El segundo clasificado es Daenor y el tercero, Gaddo.
El guerrero no se lo podía creer. Sólo el abrazo que le diera Weyden lo devolvió a la realidad.
-¡Ganaste Pulve, ganaste!¡Felicidades!
-Que partan mensajeros en todas las direcciones del reino llevando la noticia –dijo el ujier.
Los gritos de los participantes, bien felicitando o bien maldiciendo, llegaban a limites realmente dolorosos.
-Ahora, guerrero –le dijo una voz –Has de escoger a la princesa a la que quieras besar.
Muchas imágenes pasaron por la mente de Pulverizador, no todas prometedoras. Con los recuerdos de Soifong se mezclaban las imágenes de Sianara, ahora no tan felices como antes, había más dudas. La princesa Isilwen también se dejó entrever en sus pensamientos… El guerrero se llevó una mano a la frente. Finalmente alzó la vista, si bien sus ojos se movían inseguros. La voz no le salía de la garganta, no estaba seguro de estar actuando correctamente.
-Eligo… si ella quisiera… me gustaría poder besar a la princesa Sianara.
-Acepto, cabellero –respondió la aludida con una sonrisa.
Suavemente, se abrazaron y se besaron. El beso fue largo y suave.
Cuando por fin se separaron, Pulverizador oyó otra voz en sus oídos.
-Felicidades, Príncipe Poeta.
Nunca supo quién le dio ese título. Pulverizador se despidió de Weyden y abandonó el coliseo, cansado. Notaba las miradas extrañadas de los demas, pero le daba igual. Lo único que le quedaba después del concurso era un título y muchas dudas…
Pero no llegaría muy lejos… le hicieron saber que al dia siguiente se celebraría la segunda parte del concurso, otras dos pruebas… no podia irse ahora, aunque sus obligaciones lo reclamasen en el campo de batalla. Decidio pernoctar en la bucolica ciudad de Aden, lugar de residencia del señor del continente, de quien se decía que estaba loco.
Bien cerrada la noche y con varias cervezas encima, Pulverizador se tendió en su cama. Los espectros de sus recuerdos lo acosaban, sin darle tregua.
“Soifong… ¿dónde estás? ¿qué ha sido de ti? ¿aún me quieres? Sianara… ¿por qué has aparecido ahora? ¿había algo en esa mirada que me dirigiste? Oh dioses, ¿qué he de hacer? Por qué, maldita sea, no habre muerto de un lanzazo en alguna batalla… por qué tengo que vivir para sufrir este suplicio…”
Con estos pensamientos, el guerrero se sumió en un sueño etílico, que lo tendria postrado hasta bien entrado el mediodía.
Pero como todo, hasta las peores borracheras pasan. La hora de volver al coliseo, al rincón bajo los cerezos donde se llevaba a cabo el campeonato, casi había llegado. Pulverizador se vistió con su pesada armadura, fijó sus numerosas armas y salió de la posada. Sin prisa caminó hasta salir de la ciudad, comprando por el camino algo de comida, y se dirigió al punto de encuentro.
Poco había cambiado bajo los cerezos, el ujier seguía allí, había concursantes, aunque bastantes menos que el día anterior y el jurado… del jurado estaban menos de la mitad de las princesas. Y entre las que se encontraban presentes, no se hallaba Sianara. El golpe fue duro para el guerrero, pero lo sobrellevó por dentro, sin dejar que aflorara a su rostro. Aún tenía un compromiso con el concurso.
Se sentó en la hierba junto al resto de participantes. El ujier anunció en qué consistía la siguiente prueba.
-Caballeros, las princesas han decidido cómo os probaran ahora… tendréis que demostrar vuestra capacidad de improvisación y si estáis tocados por la musa de la poesía… La prueba consistirá en recitar un poema, de al menos ocho versos, en el que incluyais el nombre de la princesa que os toque y una palabra, que os dirá en el momento. Buena suerte a todos.
La situación no cogió a nadie por sorpresa, si bien los participantes se miraron entre ellos con expresión preocupada. Todos esperaban algo así, pero sí que causó cierta incomodidad. Quien mas quien menos, todos habían preparado algo en previsión de las pruebas de hoy, pero ahora quedaba todo en manos de la suerte…
-Hola, Pulve –Una chica se sentó a su lado.
-¡Weyden! –saludó el guerrero a su compañera de clan –¿qué haces tu aquí?
-Vine a darte ánimos, guerrero.
-Gracias Weyden, lo cierto es que me hacen falta –dijo Pulverizador con una sonrisa.
-El primer aspirante es… -El recital comenzó. Los aspirantes que habían superado la prueba anterior fueron pasando, uno a uno, ante las pocas princesas que se hallaban presentes, con mayor o menor fortuna. Fue entonces cuando le tocó el turno a un elfo oscuro…
-El participante Gaddo, que avance –el tal Gaddo vestía una armadura pesada azul y portaba a su espalda dos espadas. “Un bailarín de la cuchilla”, pensó Pulverizador “peligrosos en el campo de la batalla, veremos cómo se porta aquí”
Al elfo oscuro le tocó la princesa Ladysky y la palabra arbusto. Poca gente recordó los versos que hilvanó, pero el impacto fue general. Todo el mundo dio por sentado que tenían un ganador. Con una reverencia, Gaddo ocupó su sitio frente al jurado.
-Lo ha puesto muy difícil –le susurró Pulverizador a su compañera.
-Sí, pero puedes superarlo. Sólo tendras que usar un poco esa cabeza que tienes sobre los hombros…
-No se si podré. Estas situaciones no son las mías, estoy incómodo.
-Tranquilo Pulve, ya verás como puedes.
Weyden se situó detrás del guerrero, le desabrochó las hombreras de la armadura y le masajeó, cerca del cuello.
-Estás demasiado tenso, deberías relajarte un poco…
Era mediada la tarde cuando el ujier anunció por fin el turno de Pulverizador.
-Aspirante Pulverizador, avance.
El guerrero caminó, envarado.
-La princesa que se os ha designado es Isilwen, guerrero.
Pulverizador miró a Isilwen, que permanecía sentada. Iba vestida con una túnica para mago lujosa y con runas demasiado raras inscritas en ella. Tenia los claros y el cabello rubio propio de los elfos blancos, si bien había una expresión de determinación en su mirada que no cuadraba con esa raza…
-Saludos, guerrero
-Saludos, Isilwen. ¿Cuál es la palabra que me tocará?
-Déjame pensar… -Isilwen miró a pulverizador a los ojos. Había una chispa brillando el su expresión, y una sonrisa bailaba en sus labios. –Compón un poema con la palabra princesa, guerrero.
Pulverizador se quedó pensando, meditando. Podía haber sido peor… podría haberle tocado cabalgata, como a otro participante. Entre las miembros del jurado todo eran susurros.
-Ya tenía ganas de que me tocara este humano –le dijo Isilwen con voz queda a Ladysky
-¿Y quién no? –fue la respuesta.
El resto de aspirantes oyeron estas palabras, y empezaron a surgir comentarios, de que si había tongo, si el concurso estaba amañado… Pulverizador, mas rojo aun que en la jornada anterior, intentó hacer caso omiso.
-Princesa Isilwen para la ocasión, os compondré un soneto. Espero que no seais demasiado cruel a la hora de juzgarme.
Con la mente bullendo, el guerrero enmudeció. Sintió una mirada en su espalda, la de Weyden, quien le daba ánimo silenciosamente.
-empiezo –susurró. Cerró los ojos y se lanzó al ruedo, como decían en su isla natal.
- Te veo y confío en que volaremos,
Como estrellas surcaremos los cielos,
Entre nebulosas de terciopelo,
Danzando fusionados jugaremos.
Isilwen, las galaxias cruzaremos,
Cogeremos cometas en sus vuelos,
Miles de maravillas que con velos,
Nos incitarán a que las tomemos.
Y cuando al fin hallemos un rincón
Donde observaremos el firmamento
Juntos, en el fin de la Creación,
Te miraré y princesa, sabré en ese momento
Que no hay astro ni luna en conjunción
Que cambie por el soplo de tu aliento.
El público quedó enmudecido por unos instantes. Pulverizador se atrevió a abrir un ojo. Todos lo miraban. Las princesas se levantaron, y la gente estalló en aplausos. Confundido, el guerrero hizo una reverencia, susurró unas palabras y volvió a su posición.
-Ha sido precioso, Pulve –le dijo Weyden.
-¿Tú crees? Me salió sin más, no creo que fuera para tanto…
-Ha sido el mejor poema de la tarde, créeme.
No muy convencido, Pulverizador miró al jurado. Discutían entre ellas. Al final, una se levantó y dijo:
-El aspirante Pulverizador, tiene un nueve como calificación.
-¿Comooooo? –Weyden estalló –¡Pero si esa fue la puntuación de Gaddo! ¡Y el poema de Pulverizador es mucho mejor!
De fondo, las voces del resto de concursantes, cada uno dando su opinión.
-Tranquilízate Weyden por favor –le pidió el guerrero –Te agradezco que me defiendas así, pero no creo que mis versos fueran mejores que los de Gaddo… Además, da igual.
Pulverizador se tumbó.
-Soifong perdida, y Sianara a saber dónde para…
Weyden se tumbó junto a él y le besó en la mejilla.
-Todo se arreglará, Pulve. Ten fe.
Y la segunda prueba terminó, sin ninguna ceremonia.
-Ahora, la tercera prueba –Dijo el ujier –Los participantes deberán dirigirse al coliseo y despojarse de sus armas y armaduras. Una vez allí, pelearán entre ellos hasta que sólo quede uno en pie.
Todos los participantes se sorprendieron. No contaban con tener que usar la violencia en este concurso…
El Coliseo había sufrido una ligera remodelación. Se había echado agua en la hierba, con la morbosa intención de que se formara barro, pero el unico efecto conseguido fue el de hierba mojada. Los aspirantes se reunieron en el centro, despojados de sus equipos, mientras aguardaban la señal. El combate sería tremendamente desproporcionado, algunos sólo podrían disponer de sus manos, mientras que otros tenían multitud de hechizos a su favor.
Y la batalla comenzó… A la señal de las princesas, los participantes se lanzaron unos contra otros, como fieras. Pulverizador aguardó unos instantes, buscando a su enemigo más peligroso… Daenor, un poderoso místico, que en esos momentos intentaba correr de un enano y del orco Alejandrox, que lo acosaban sin cesar. Pulverizador se unió a los dos atacantes, dispuesto a dejar ko al mago antes de que pudiera ejecutar sus hechizos. Fallaron. El mago los fue durmiendo y ralentizando uno a uno, si bien le costó horrores zafarse de sus perseguidores.
Concentrado como estaba en acabar con Daenor, Pulverizador se vio derribado por el impacto de otra magia… Un tremendo golpe de viento, enviado por otro místico, había impactado en su cuerpo. Resuelto, el guerrero se lanzó a por su nueva amenaza, si bien esta se vio reducida por las maldiciones, los golpes y las blasfemias del salvaje orco Alejandrox. Eliminado el místico y viendo el orco tan aparente a Pulverizador, le lanzó una horrible maldición, que minó la salud del guerrero gradualmente… Éste se intento sobreponer y se lanzó sobre el orco, pero las magias de Daenor lo fulminaron, enviándolo al suelo…
En ese instante hicieron su aparición tres personajes:
otro guerrero humano, famoso como uno de los lideres de una de los grupos militares más poderosos del continente: Bakfutt, Vengador Oscuro y soldado temerario donde los haya. Con él iban el mago oscuro LoI y una sacerdotisa élfica. Sin apenas inmutarse, redujeron al resto de aspirantes y los echaron de la arena del coliseo. Cuando acabaron con ellos, se volvieron a por las princesas y las golpearon sin piedad.
Pulverizador estaba furioso. Un velo de sangre cubría sus ojos, mientras preparaba sus atavíos de guerra. Era una batalla perdida, el solo contra los tres, pero aun así no podía dejar pasar ese ultraje… Vio cómo otros de los concursantes también se preparaban para la batalla. Salieron a la arena, pelearon como leones… y volvieron a caer. L
as princesas, viendo que los aspirantes no tenían posibilidad, les dijeron que salieran de allí. No podian poner en peligro sus vidas por ellas. Humillados, los participantes abandonaron el coliseo y se reunieron en la entrada de éste.
-Bueno, la última prueba queda suspendida –anunció el ujier -. En su lugar, las damas han decidido que participareis en una carrera rodeando el coliseo. Para ganar, podreis usar cualquier truco que conozcais, todo está permitido, salvo matar a los adversarios.
Como en la prueba anterior, hubo voces de protesta y de alegría. Los ágiles elfos se veían con la victoria en las manos, mientras los humanos y el orco maldecían entre dientes. No obstante, había una pequeña posibilidad…
-Toma, Pulve –le dijo Weyden, a su espalda –Estas pociones te darán un poco más de velocidad. Ojalá pudiera ayudarte algo más. Pero…
-Gracias Weyden. Has hecho ya demasiado por mí –Respondió Pulverizador. –Ojalá algún día encuentre cómo recompensarte, amiga mía.
Sin más palabra, el guerrero bebió la poción y se colocó en la línea de salida, esperando la señal, junto a los demás participantes.
“Que se maten entre ellos” –fue la estrategia que ideó sobre la marcha –“me centraré en correr, no puedo permitirme perder un segundo apaleando al resto de la gente”
El ujier dio la señal de salida. Los participantes avanzaron, resueltos a darlo todo en el primer sprint. Pronto los elfos quedaron en cabeza, si bien los conflictos también comenzaron pronto. Pulverizador se centró en correr, en correr… Iba por los puestos intermedios cuando notó un pie trabándose con los suyos. Sorprendido, cayó y su cabeza chocó contra una columna. El impacto lo dejó aturdido unos segundos preciosos, en los que perdió de vista a los participantes que iban en cabeza. No obstante, corrió y corrió, si bien no le sirvió de nada. Llegó de los últimos.
-El ganador es el participante Daenor –dijo el Ujier. El corredor victorioso hizo una reverencia.
-Y ahora –continuó, antes de que los aspirantes comenzaran con sus comentarios –las princesas decidirán quiénes son los ganadores.
Las princesas y miembros del jurado se retiraron. En ese momento, una silueta llamó la atención de Pulverizador; era Sianara. Había aparecido al final del concurso. Pulverizador respiró aliviado y le dirigió una cálida sonrisa, a la que ella contestó con otra más impersonal. Acto seguido se sumió en una conversación con el resto de las princesas.
Poco rato después, y ante la tensión creciente, las princesas se volvieron a mirar a los concursantes.
-El ganador de la última prueba fue Daenor –dijeron, con calma. El aludido hinchó su pecho, lleno de orgullo.
-Y el ganador del concurso es… -dejaron que corriera algo de tiempo, para acrecentar los nervios –El ganador del concurso, el hombre más caballeroso del reino es… Pulverizador. El segundo clasificado es Daenor y el tercero, Gaddo.
El guerrero no se lo podía creer. Sólo el abrazo que le diera Weyden lo devolvió a la realidad.
-¡Ganaste Pulve, ganaste!¡Felicidades!
-Que partan mensajeros en todas las direcciones del reino llevando la noticia –dijo el ujier.
Los gritos de los participantes, bien felicitando o bien maldiciendo, llegaban a limites realmente dolorosos.
-Ahora, guerrero –le dijo una voz –Has de escoger a la princesa a la que quieras besar.
Muchas imágenes pasaron por la mente de Pulverizador, no todas prometedoras. Con los recuerdos de Soifong se mezclaban las imágenes de Sianara, ahora no tan felices como antes, había más dudas. La princesa Isilwen también se dejó entrever en sus pensamientos… El guerrero se llevó una mano a la frente. Finalmente alzó la vista, si bien sus ojos se movían inseguros. La voz no le salía de la garganta, no estaba seguro de estar actuando correctamente.
-Eligo… si ella quisiera… me gustaría poder besar a la princesa Sianara.
-Acepto, cabellero –respondió la aludida con una sonrisa.
Suavemente, se abrazaron y se besaron. El beso fue largo y suave.
Cuando por fin se separaron, Pulverizador oyó otra voz en sus oídos.
-Felicidades, Príncipe Poeta.
Nunca supo quién le dio ese título. Pulverizador se despidió de Weyden y abandonó el coliseo, cansado. Notaba las miradas extrañadas de los demas, pero le daba igual. Lo único que le quedaba después del concurso era un título y muchas dudas…
Comment