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Otoño

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  • Otoño

    Bueno, haciendo una pausa del estudio u.u me puse a pensar y repensar, leer y releer... y salió algo. Espero les guste.

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    Mapas Astrológicos, Relojes que medían el tiempo en extrañas medidas, Móviles que representaban galaxias lejanas, Astrolabios, telescopios, Faroles que parecían vitreauxs en miniatura, Siete tinteros con tinta reseca y llena de polvo, Plumas de Kookaburra salvaje esparcidas a lo largo y a lo ancho del escritorio, Pergaminos con una letra garabateada en tinta escarlata y Libracos amarillentos abiertos, marcados con señaladores de hierro. Un Inciensario grande lo coronaba todo, humeando ya lo poco que quedaba de la hierba calcinada en su interior que esparcía aquel aroma dulzón por el ambiente. Por sobre todo aquello, doce velámenes esparcían luz golosa y ebundante para que el Hechicero pudiera trabajar adecuadamente. Y doblado sobre su banco de trabajo, utilizando instrumentos, comparando datos y escribiendo una que otra medición en un gran papiro en blanco desplegado sobre la parte de derecha, el drow trabajaba pacientemente.

    Movió el cuello y las vértebras resonaron como si fuesen parte de una bisagra viejísima que hacía mucho no era abierta. Limpiándose el sudor sobre la frente, se quitó los anteojos y comenzó a estirarse sobre el banco. Cuanto hacía ya que estaba despierto trabajando? Cinco, Siete horas? No podía saberlo en aquel, su estudio, con los postigos cerrados e inundado de una penumbra que lo cubría todo. Hacía bastante que trabajaba haciendo las mediciones anuales de las Contelaciones, anotando los movimientos que precederían a las festividades religiosas propias de su raza... quizá más de una semana. Todos los días levantándose de madrugada para efectuar las mediciones, todos los días deteniendo su trabajo al amanecer para efectuar el Saludo a Ra, Helios o simplemente, el Sol. Todos los días doblado sobre su mesa de trabajo hasta entrada la tarde, cuando volvía a dormir... era un justo descanso al entrenamiento diario y los viajes en que había estado inmerso, le habían dicho. Ahora él se preguntaba: en que parte de todo esto está el descanso? Estaba cansado de tanto hacer estas anotaciones que un simple novato podría hacer mas ligeramente que él, y los huesos se le quejaban con quejidos que él ya conocía de sobra. Pero las órdenes de los Sumos Sacerdotes no se discutían jamás. Hacía mucho tiempo que aquellos Ancianos eran lo que eran, demasiado tiempo para la vida de un mortal: tenían entendimientos mas allá de lo que cualquier razón podría obrar resultados, o siquiera predicciones.

    Se levantó del banco, dejando la pluma entintada sobre el viejo escritorio, lleno de cicatrices que en la madera parecían los rasguños de algún animal. Respiró hondo y el aire viciado de aquella habitación le entró de lleno en los pulmones, haciendolo toser un poco. Diablos, decididamente necesitaba un descanso.
    Abrió la puerta pintada de negro que conducía a su estudio, y la cerró maquinalmente: el cartelcito colgado de un clavo mal clavado decía "Oficina de Reclutamiento"; pero hacía tanto tiempo que ningún recluta se presentaba que se rió un poco ante el tono irónico del cartel. Además, aquel trazo infantil le recordaba otras épocas. Dió unos pasos por el amplio comedor, también vacío, y contempló como el polvo formaba nubecillas que el sol, a trasluz por los amplios ventanales de la entrada, dibujaba casi juguetonamente. La Madriguera estaba vacía casi por completo... Todos sus habitantes estaban o bien fuera de ella, de viaje, o bien ocupados en las tareas diaria de la casa. Juustamente pensaba en ello cuando Rouws, la semielfa que tenían por criada, entró con su delantal de trabajo y un cubo de agua jabonosa. Echándole una mirada se arregló rápidamente para estar un poco más presentable y dejó el cubo al piso de la cocina. Con su vocecita, cándida como la de una pequeña elfina y aún asi llena de una vigorosidad que solo los años marcan, le dijo:
    -Buenos Cataq, deseas que te prepare algo de desayuno?-
    -No gracias Rouws, ya comí algo hace unas cuantas horas atrás- respondió él, caminando hacia la cocina y comenzando a abrir las puertas de la alacena. Curiosa, mientras se lavaba las manos, ella preguntó:
    -Puede serte de ayuda en algo? Buscas alguna cosa que te pueda facilitar?-
    -Despreocupate Rouwcita - dijo el drow, dándole un rápido beso en la mejilla, y continuando con su búsqueda - Ya haces suficiente trabajo ocupándote de esta inmensa Madriguera. Por lo demás, solo estaba viendo que no nos faltase nada en lo que respecta a provisiones-
    -Oh, por eso no tienes porque preocuparte- dijo, mirándole algo ruborizada por el beso: no estaba acostumbrada a ser mimada -Esta tarde iré al mercado de Dion y compraré lo necesario; igualmente estamos bien provistos-
    -Por favor - dijo él, tranquilamente - Déjame ir al mercado a mi. Estoy harto de estar en esa habitación encerrado trabajando, necesito un poco de aire y de sociedad. Dime qué comprar y lo compraré. Vi que faltaban panificados...-
    -Así es, y si quieres hacer las compras no me irá nada mal. Debes comprar unos cuantos quintales de harina, algo de maíz; también se nos acabaron las manzanas...-

    Minutos después pestañeaba varias veces frente al sol que le deslumbraba inmensamente por sobre aquella pradera opaca que rodeaba la casa, con unos cuantos datos en la mente y unas toses por respirar aire puro luego de tanto tiempo de encierro. Se detuvo en una lomada del terreno a contemplar el panorama y sonrió como un anciano. El Otoño había caído sobre todo aquel lugar, tiñíendolo de marrón y dorado, dándole un hermoso toque de melancolía al ambiente. Había un ambiente que tranquilamente podría haber invitado a dormir en una cómoda cama, o a organizar una linda fiesta bajo el sol, con músicos y bebida abundante. Riéndose, se dirigió hacia la mole de edificios humeantes en el horizonte, el Pueblo que llevaba el nombre de Dion.
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  • #2
    Aquel camino le era ya demasiado conocido: lo había recorrido tantas veces que casi se sentía dueño de él. Un Orco, examinando un mapa al revés, miraba el camino desconcertado. Chasqueando los dedos logró atraer su atención, y con un gesto le indicó que lo diera vuelta.
    -Ehr... Gracias- dijo el orco con voz gutural y gruesa, pero también joven, y comenzó a caminar hacia una dirección, ya decidido. Hacía cuanto tiempo le había sucedido lo mismo, perdiéndose por aquellos parajes como si fuese un laberinto; ahora podría ponerse a caminar sin rumbo fijo y seguramente podría volver a donde y como quisiera.
    Dion era una marea de gente que trabajaba: el mercado se extendía en la plaza, donde precarias tiendas de herrería montadas por Artesanos sonaban a golpes de martillo. La Tienda de Herrería Oficial, en cambio, era una perorata de golpeteos metálicos: era famosa la tradicionalidad enana de no descansar nunca, y de ahí venía la expresión "trabaja como un enano". Después de todo, sus armas eran las mejores de todo el Reino.
    Un enanito manchado de hollín, vestido con las ropas de cuero negras y un delantal azulenco salpicado de grasa y quemaduras salió sosteniendo con anchas manos un filo al rojo vivo: sumergiéndolo en la cuba de agua que había fuera de la tienda iba a reingresar cuando el drow le saludó amistosamente.
    -Hey Móin!-
    Una sornisa se dibujo en el rostro del enano, y se detuvo unos instantes sin saber donde colocar el filo aún humeante. Luego de unos instantes de dudar, lo colocó cuidadosamente sobre un yunque en desuso y se acercó al drow, no lejos de la herrería. Parecía reacio a saludarle, pero el drow lo estrechó con un abarazo: necesitaba saludar a los viejos amigos, aquellos que todavía tenía.
    -Tonto, no te quería manchar- dijo, señalándole al mago las manchas de grasa que ahora tenía sobre su capa de viaje -Como andás viejo querido? Tanto tiempo desde que te vi la última vez!-
    -Despreocúpate por la capa, es vieja y merece una que otra mancha- dijo el hechicero, sonriente - Es cierto, hacía muchísimo que no te veía. Creo que la última vez fue para las Pascuas, en el Festival de Equinoccio, cuando tus Maestros le regalaron al Gobernador aquella tan bonita lanza labrada en Plata-
    -Es cierto, esa fue la última vez... hace ya un buen tiempo. Que es de tu vida? Donde has estado?-
    -Oh, un poco por aquí y un poco por allá - gesticuló - Sabes como me gusta viajar, y entre las misiones para la Hermandad y los envíos del Reino no he tenido tiempo para detenerme. Sabes lo estrictos que son los Altos Maestros... supongo que a los de tu Gremio les sucederá lo mismo-
    -Si, pero no son tan demandantes como lo son contigo. Además nosotros estamos acostumbrado a trabajar durante períodos largos, no somos una raza de vagos- dijo riéndose bajo su barba
    -Puedes jactarte de eso cuanto quieras, pero ustedes no pueden hacer esto- dijo chasqueando los dedos, y haciendo que los cabellos del enano se tornaran de un verde esmeralda
    -Oye! Deja eso!- dijo tomándose las barbas y mirándolas
    -Cálamate, es solo ilusión- rió el drow, chasqueando los dedos nuevamente para que el enano volviese a la normalidad- Listo, terminado-
    -Ya estás viejo para estas bromas, Cataq - dijo el enano riéndose también, pero mirándolo con un poco de resentimiento - No eres ya un estudiante de Magia, eres un mago consagrado-
    -Si, un mago al que ningún enano debe señalarle sus deberes- dijo sin dejar de sonreír suspicazmente- y enséñame esa pierna de una vez, que tengo compras que hacer-
    -Como Diablos sabías que...?- comenzó diciendo el enano sorprendido, pero enseguida se arremangó el pantalón rezongando, diciendo en tono de broma -Estos magos que se meten en tu mente si tu permiso, no saben lo que es la privacidad- terminó, enseñándole una profunda cicatriz en lapierna derecha y mirándole- Puedes arreglarlo?-
    -Puedo arreglar cualquier cosa con el tiempo necesario - dijo el mago, sacándose los guantes y tocando la herida. El Enano se retrajo un poco ante el contacto, pero aguantó las yemas de los dedos del drow que sentían esa cicatriz - Esto es viejo, Móin, y muy profundo. Un poco más y te hubiesen tenido que amputar la pierna en ese momento, roza casi el hueso. Como diablos te pasó esto?-
    -Fue hace un buen tiempo, cuando aquellas alianzas derrocaron al Imperio y tomaron el Castillo de la Capital- dijo el enano, mirandose la cicatriz con preocupación -Hubo muchas revueltas a lo largo del continente por el nuevo Gobierno, sobre todo por la alza de los impuestos. Dion fue sitiada por Granjeros furiosos por las nuevas tasas, y como la gran mayoría de la Guardia Real había sido convocada a la Capital para reorganizarse a partir del neuvo régimen, tuvimos que proteger el pueblo nosotros mismos. La Herrería trabajó todo el día forjando armas para todos, e inclusive tuvimos que pelear contra los que fueron nuestros clientes. Un maldito Gladiador me hizo esa herida, un Renegado del Imperio de seguro. Pero oye, podrás sanarla, verdad?-
    -Te dije que puedo sanar todo con el tiempo necesario- dijo el mago, cerrando los ojos y recitando unas palabras inaudibles. Una luz comenzó a surgir sobre la herida, atrayendo la atención de los transeúntes que se acercaron a ver que sucedía. La cicatriz, amplia y de un bordó oscuro, se tornó roja e inestable, y se expandió formando nuevamente el músculo donde faltaba. La piel se exhibió otra vez nueva y límpida, de un rosado caracterísitico de la piel regenerada luego de una herida profunda. Abriendo los ojos, el mago volvió a calzarse los guantes - Listo, tendrás esa pierna sensible por un tiempo, pero ya está como nueva. Puedo insensibilizártela si quieres, pero será casi igual de molesto -
    -Oh, despreocúpate - dijo el enano, resplandeciendo de alegría - Has hecho por mi más de lo que necesitaba. Como puedo agradecerte este favor? Dime lo que necesites y te será dado-
    -No te preocupes, sanar es mi arte y mi trabajo, no necesita paga alguna. Y agradece el hecho de haber sido enano: luego de los Orcos, ustedes son los mas resistentes a toda clase de daño.-

    -Móin, maldito vago, traeme ese Filo de una Condenada Vez!- resonó un grito grueso desde adentro de la Herrería, y el enano volvió a tomar el filo nuevamente

    -Lamento tener que irme- dijo Móin, con la pena en el rostro -realmente quisiera pagarte algo por lo que has hecho-
    -Maldito seas Móin, cuanto hace que me conoces? Alguna vez te he reclamado pago?-
    -Pues no, pero...-
    -Entonces sigue con tu trabajo- dijo el mago, sonriendo gentilmente - Y que los Dioses te den un buen día-
    -Mae Govannen, Cataqclismo- dijo el enano, dudando en entrar de nuevo en la herrería, pero terminando de entrar de una vez por todas.

    La Plaza era un bullicio de guerreros y hechiceros jóvenes, de vendedores de tesoros, de lectores de cartas y saltimbanquis, de payasos y mimos que entretenían al público que quería relajarse de los Tiempos que se vivían, de vendedores de períodicos y de proclamadores del nuevo Imperio. Guiandose por el penetrante olor a levadura, el drow terminó el gran Panadería de Dion, aquella que la familia Wullergün dirigía desde más de siete generaciones humanas. Cataqclismo había conocido al abuelo del actual dueño cuando era más joven y había sanado a su padre de varicela, por lo que la familia le conocía bastante.
    Gerûn, el actual dueño, no se encontraba detrás del mostrador, pero si dos de sus hijas adolescentes. Cuchicheaban cuando entró, y se alisaron el delantal al verlo acercarse al mostrador. Al unísono, como si fuesen gemelas, le preguntaron:
    -En que podemos Servirle, Señor?-
    -Necesito siete quintales de Harina, ocho de Maíz de primera calidad y un buen pedazo de pan del día, por favor- dijo el drow, recostándose en el mostrador.
    -Enseguida Señor, estará preparado en un santiamén- dijeron ambas, y desaparecieron por una puerta, dejándole a solas. Un niño pequeño que él no había visto nunca se le acercó y con una vocecita le preguntó:
    -Es usted un Mago, Señor?-
    -Si, efectivamente lo soy pequeño-
    -De los Magos que pueden destrozar a sus enemigos con solo concentrarse lo suficiente?- preguntó el pequeño con emoción brillándole en los ojos
    -No, pequeño, mi trabajo es mantener vivos y capaces a esos hechiceros. Soy un Sacerdote- dijo sonriendo gentilmente
    -Ah...- respondió el pequeño, desilusionado - Entonces tu... solo curas?-
    -Es parte de mi trabajo, si-
    -Que aburrido- dijo el pequeño, mirando al mago ahora con una risa de sorna -Que tiene de divertido ser un mago que sana cuando no puedes enfrentarte a un enemigo?-
    Sonriendo, el drow se agachó hasta quedar junto al pequeño, y le dijo en voz baja:
    -Sin nosotros, esos magos a los que tanto admiras no durarían nada frente a un ejército, ni tendrían el poder destructivo que tienen. Sin nosotros, los guerreros no harían tanto daño, ni podrían atravesar las murallas de un castillo en tromba. Sin nosotros, No habría resto, pues todos morirían casi enseguida. No tiene nada de divertido, pero es un arte que nosotros amamos-
    -Que aburrido- dijo el pequeño, encogiéndose de hombros -Sigue siendo aburrido- y se marchó por la misma puerta que sus hermanas habían desaparecido.
    Una de las hermanas regresó, y le preguntó al mago:
    -Donde quiere que enviemos su pedido, Maese?-
    -La Madriguera, aquella cabaña gigantesca que está sobre la Colina del Minotauro. Oye...- dijo, alzando una ceja - Acaso alguno de tus hermanos estudia Hechicería?-
    -Mi hermano Gulenburst estudia para convertirse en un Hechicero en la Isla Parlante- dijo la chica, extrañada - Como lo supo?-
    -Era solo un presentimiento- dijo sonriendo gentilmente - Muchísimas gracias por el envío, estaremos esperándolo- dijo, y con un gesto salió de la panadería hacia la Plaza principal.
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    • #3
      -Nuevas Noticias en El Imperio! Las Alianzas que no sean Oficialistas deberán ser denunciadas a sus Oficiales de Turno! Sube el Precio de los Certificados de Autorización para fabricación de Armas! Incidente por intento de Atentado contra el Pontífice Manuel Alejando III! Lean las Nuevas Noticias de El Imperio! Solo Siete Adenas!-
      Así proclamaba un vendedor de diarios su mercancía en la plaza, pero su voz se ahogaba entre tantas otras, entre tantos otros ruidos que poblaban el mercado.
      El hechicero se detuvo frente a un puesto de fruta y compró una manzana verde y reluciente, que masticó ávidamente. Dion era un pueblo hermoso, pensó para sus adentros, un pueblo que jamás había cambiado su estructura ni su mercado en todos esos siglos que lo conocía. Era sustentado por el mercado agrario, y el Gremio de las Hoces (como se llamaba la organización que nucleaba a los granjeros, casi todos humanos que habían heredado tierras de parte de parientes lejanos) era quien comandaba sus precios. Eran la principal fuente de materias primas del Imperio, puesto que esa zona era ideal para cultivar y criar toda clase de cosecha y ganado. Por desgracia, desde tiempos inmemoriables el diezmo o tributo para con el Imperio había sido demandado a punta de lanza, y la gran mayoría de la parte de sus ingresos se iba a manos del Imperio, sumiendo a Dion en la pobreza y la humildad que era característica. La nueva toma de poder no había cambiado en nada aquello: es más, inclusive lo había empeorado un poco.
      Era el lugar ideal para gestar la revolución, pero cómo iban a alzarse aquellos granjeros contra un ejército armado? Bastaba la simple Guardia para contenerlos. Todos en el pueblo eran Oficialistas o Rebeldes resentidos, ambos cumpliendo siempre apra con el Imperio. El recuerdo de la Masacre de las Guadañas Sangrientas (como se llamaba a aquel funesto día en que miles de rebeldes fueron ejecutados en el patíbulo local, creando asi el Campo de Ejecuciones, lugar maldito por fantasmas) todavía estaba fresco en la memoria del pueblo. Nadie quería morir, y preferían el yugo del Imperio a tener que derramar sangre en tales cantidades otra vez.

      Masticando su manzana estaba, sumido en esta clase de pensamientos, cuando contempló cómo la gente comenzaba a salir a raudales de la tienda de especias, magia y hechicería local. Extrañado y algo alarmado por los rostros de miedo que surgían de la tienda, se dirigió rápidamente a ver que sucedía. Dentro, una niebla azul y espesa lo cubría todo: era casi imposible ver algo. Tosiendo, llamó a la propietaria: también la conocía desde hacía tiempo, pero hacía mucho que no cruzaba palabra alguna con ella.
      -Ilena! Ilena, soy yo, Cataqclismo, guíame que no veo nada-
      -Aquí!- exclamó una voz de mujer, ahogada también -Rápido, es un caldero de Pócimas que no...- pero la voz se cortó entre toses, y se oyó un golpe sordo contra el piso de madera, como si algo se hubiera caído. Entrando rápidamente en cuatro patas, a gachas, el drow podía vislumbrar algo: allí debajo la niebla no era tan espesa. Se dirigió hasta la trastienda, de donde parecía que manaba aquella niebla azulenca, y tropezó literalmente con el cuerpo de Ilena, extrañamente tan joven y hermosa como la había visto hacía tanto tiempo atrás. Justo cuando vió el caldero reconoció aquel olor que le era familiar y había percibido desde que entrase, y comprendió que era lo que había sucedido. La preparación para alguna clase de pócimas era algo peligrosa si se excedían las proporciones de ingredientes, lo sabía de sus lecciones de Alquimia; y aquello olía a Subóxido de Menesterio, en lo que se transformaba una mezcla para pócimas de sanación que se había excedido en uno de sus ingredientes, el sulfuro.

      Si mal no recordaba, hacia la izquierda debería haber una puerta que conducía a un patiecito que daba a un callejón sin salida, y un drenaje propicio. Tomó a Ilena en brazos y pateó enérgicamente el caldero, derramando el contenido a raudales sobre el piso. Efectivamente la puerta existía, y efectivamente por el ruido a líquido escurriéndose, el drenaje también. Pero la niebla no hacía más que contenerse en aquella casa de techo abovedado, y el Subóxido podía ser muy tóxico, sobre todo para los seres humanos. Con una mano y una órden verbal fuerte, convocó por su verdadero nombre al viento de los firmamentos, aquel viento que siempre estaba dispuesto a servir a los hechiceros. Su voluntad era suficiente como para convocarlo rápida y certeramente, y una violenta ráfaga de aire circuló por toda la casa, limpiandola de niebla azulenca.
      Respirando al fin con tranquilidad, aún agachado, el drow contempló a Ilena. Parecía solamente desmayada, pero si no volvía a estar consciente en poco tiempo podía significar otra cosa.
      -Ilena, Ilena querida, despierta, despierta- dijo, sacudiéndola sin violencia pero no falto de vigor. Ella comenzó a abrir los ojos, esos ojos verdes resplandecientes que recordaba, y con un dejo de voz débil dijo:
      -Ca... cata.... Cataqclismo...?-
      -Si, soy yo...- dijo el drow, aliviado.
      E inesperada y sorpresivamente, la muchacha lo abrazó y lo besó intensamente. El mago, completamente sorprendido y sin saber cómo reaccionar, correspondió a ese beso y una vez terminado eso la miró con extrañeza.
      La casa tenía dos pisos: el de abajo era la tienda y el de arriba, la casa propiamente dicha. En la trastienda estaba la vieja escalera que conducía a la parte de arriba, y fue entonces cuando ambos sintieron unos pasos resonando, bajando rápidamente, y una voz anciana que decía:
      -Ilenilla, Ilenilla, estás bien Hija? Estás bien..?-
      Mirando hacia la escalera el drow pudo ver bajar a una mujer idéntica a Ilena, solo que mucho más avejentada y arrugada, la misma Ilena que él recordaba. La anciana, extrañada, contempló la escena y exclamó:
      -Que Significa esto?-
      La muchacha que Cataqclismo tenía en brazos le pegó un sonoro cachetazo y se incorporó rápidamente, y mirando a la anciana exclamó:
      -Madre! Este extraño penetró en la casa y estaba abusando de mi!-
      -Ilenilla, no te creo una palabra!- exclamó la anciana
      -Debes creerme!-
      -A tu habitación!- dijo la anciana severamente - Y es mi última palabra-
      La joven miró al drow que también se incorporaba con una expresión de incomprensión en el rostro, y le guiñó un ojo antes de subir por las escaleras sin chistar. El mago vió desaparecer a la chica por las escaleras y contempló a la anciana, suponiendo pero no comprendiendo.
      -Todavía pierdes la cabeza por las mujeres, cabeza de chorlito?-
      -...Ilena?- dijo, preguntando
      -Claro que soy yo, tonto- dijo la anciana acercándosele -Quien más podría ser? Hace más de sesenta años que te vi por última vez, de veras pensaste que aún estaría jóven?-
      -Pero entonces... ella es...- balbuceaba el mago, señalando las escaleras
      -Ella es Ilena, mi Hija. Tiene tan solo diecinueve años... pero es demasiado precoz para mi gusto. Quizás hice mal en llamarla igual que yo-
      -Ya lo creo- dijo el oscuro, refregándose la mejilla -Es demasiado precoz para su edad, pero se parece demasiado a ti. Creo que sé quien es... las últimas veces que pasé por aqui había una niña junto a la elfa que pusiste a atender detrás del mostrador-
      -Si, era ella - dijo la anciana, mirándolo - Quizás te conozco de entonces. Está bien, te perdono por lo que has hecho, y te agradezco por salvar a mi hija. Que no me vas a saludar?-
      El mago volvió a sonreír gentilmente y abrazó a la anciana por un largo rato.
      -El tiempo parece no tocarte, morocho- dijo la mujer - Sigues tan bonito y vigoroso como cuando me visitabas-
      -Si que me toca, creeme... Que no se vea reflejado en en mi aspecto es solo una virtud de mi raza, pero el tiempo es aún más cruel que con ustedes-

      -Está todo el mundo bien?- dijo un Oficial de la Guardia, entrando por la puerta que conducía a la tienda. Por los murmullos que se oían, la tienda debía estar llena de curiosos. -Vimos una gran humareda y...-
      -Gracias Guardia, este gentil hechicero ya solucionó el problema. No volverá a ocurrir- dijo la Anciana, y condujo al Oficial afuera, dejando al drow plantado allí.
      Riéndose de si mismo, tomó un trapeador y comenzó a limpiar el charco de líquido azul que cubría los mosaicos del suelo. Que otras cosas no le pasarían en ese día...


      ///tengo que irme, mañana después de rendir lo termino =P///
      Last edited by Hellraiser; 06-17-2008, 12:50 PM. Reason: Automerged Doublepost
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      • #4
        Hasta ahora: autoargumentación de la necesidad de existencia de la clase healer/buffer, anclamiento locativo real -La madriguera, Dion-, resignificación de lugares e historización de los mismos mediante recursos míticos y leyendas -Execution Ground, inteligentísimo-, evocación de conflictos sociales reales ingame con cierto paralelismo con el otro lado del monitor -Granjeros y revueltas-, configuración del protagonista más que ideal y cercana a lo que conozco -Cataqclismo-. Excelente preambulo épico! (aunque por momentos funcional).

        Hace muchísimo (desde la última vez que escribiste algo) que no leía en esta sección algo tan inquietante y a la vez atrapante. Y si, muchas de las historias en esta sección carecen de argumento, adolecen de estilo y resultan entre ambiguas y aburridas. Felicitaciones Nico, muero de ganas de leer el resto.

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        • #5
          O_O

          el otro dia en el bondi habia una mina escribiendo algo como esto, me acorde de cataq xD

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          • #6
            Aunque no es mi estilo, iba a escribir algo muy parecido a lo de la señorita Pizarnik. Sólo me resta felicitarte por haber vuelto a escribir algo en este género y por haberlo hecho de un modo tan extenso Nico, ahora lo subo a la lista secreta de los poetas

            Qué fluyan!

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            • #7
              por lo que vengo leyendo hasta el momento es muy prometedor!!!
              te prometo finalizarlo cuanto antes y dar una buena critica al respecto !!!
              que porsierto siempre va a ser favorable porque me gusta mucho como escribis y describis situaciones!!!

              saludos
              MAKE IT GROW PUNK

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