Si debiera contar mi historia seria así: Nací en la casa de una familia de magos y desde chico decidí ser la oveja negra de esa familia convirtiéndome en un elven scout.
Pero si cuento eso, les estaría mintiendo.
La realidad es otra. Mi historia comienza realmente una noche en la que desperté en las cercanías a la Elven Village sin ningún recuerdo de cómo llegue allí. Lo único que llevaba puesto era un equipo de batalla, una espada, una daga y dos artefactos en mi poder. Un papel con un nombre escrito y un medallón con una extraña inscripción.
Cuando desperté comencé a caminar por la zona y me encontré con unas criaturas extrañas de apariencia canina. Luego me enteraría que su nombre era Bearder Keltirs. Sin siquiera provocarlos los animales me comenzaron a atacar y tuve que hacer uso de la daga para que no me mataran.
El combate fue muy largo y por cada Keltir que mataba tres tomaban su lugar. Casi en el final cuando estaba a punto de morir por una ultima mordida una daga salio de la nada y se clavo en el pecho del Keltir matándolo al instante.
La daga pertenecía a Hasiel, un elfo estudiante para Plains Walker. Hasiel me explico que para sobrevivir en las cercanías a Elven Village debería de tener un mejor equipo y armamento y me pidió que lo siguiera a la ciudad.
Cuando estábamos llegando no podía dejar de estar asombrado por semejante belleza. La ciudad era realmente hermosa y sus calles estaban tan iluminadas como si fuera de día. Había muchos elfos y elfas en las calles y muchos se peleaban con otros para demostrar su poder ante algunas elfas que los miraban con asombro.
En eso, Hasiel me dice que lo espere y desaparece por una puerta. Al rato viene con un equipo, arco y flechas y me dice que con eso comience a cazar. También me dijo que había pobladores que necesitaban ayuda siempre para realizar ciertas tareas, que los busque y ofrezca mi ayuda.
Luego de eso, me dice que si necesitara su ayuda le avise y que el vendría a ayudarme y parte hacia un destino incierto.
Yo comienzo a recorrer las calles de la ciudad elfica y de repente me viene a la memoria un sitio similar. Un sitio que al parecer fue donde crecí. Una ciudad de nombre Rivendel. En honor a esa ciudad me hago llamar Rivendel. Pero ese nombre sonaba mas a un apellido que a un nombre. Por lo tanto, paso los días pensando en un nombre apropiado para mi.
Cansado de buscar un nombre, me dirijo nuevamente a las cercanías de la ciudad y diviso unos orcos que al verme exclaman una palabra. – An’ kn. An’ kn.
Los orcos comienzan a acercárseme y yo me preparo a hacerles frente. Agarro mi arco y comienzo a clavarles flechas en sus corazones de piedra. Uno por uno van cayendo por las flechas que les clavo. Cuando el ultimo cae, vuelve a decir la palabra An’ kn.
Viendo que los orcos repitieron esa palabra una y otra vez la adopto como nombre pero le hago unas modificaciones. Desde ese día me conocerían como Ankin Rivendel.
Pasa el tiempo y me hago de amigos y enemigos. Recorro gran parte de la Elven Village y me familiarizo con sus alrededores a tal punto que me hago un excelente explorador.
Pero un día se me da por preguntarle a alguien acerca de los artefactos que estaban conmigo desde que aparecí en la Elven Village sin memoria alguna.
Llego al templo de Eva y me encuentro con una Magíster, la cual al inspeccionar ambos artefactos me informa que en el papel se encuentra el nombre de una elfa que es muy reconocida en la Elven Village. El nombre de esa elfa era Isilwen.
Extrañado por la historia que me contó la magíster decido ir en busca de la tal Isilwen a ver si ella me puede dar alguna pista de mi pasado.
Pero antes de irme, la magíster me dice que me quede un día mas, así ella descifra la inscripción del medallón. Con un poco de impaciencia termino aceptando y le pido que me tenga listo todo para la mañana a primera hora porque partiría en busca de la elfa Isilwen.
Llegada la mañana, me levanto y me dirijo al Templo de Eva para ver si la magíster resolvió el acertijo del medallón.
Una vez con ella, me informa que era elfico antiguo y que solo es una palabra: Elleasar. Extrañado por esa inscripción me despido de la magíster y comienzo mi travesía para encontrar a Isilwen.
El viaje no seria fácil y sabía de antemano que tendría que enfrentarme a muchos peligros. Lo que no sabia era de que uno de esos peligros me lo enfrentaría en Elven Fortress.
Decidido a prepararme para el viaje, me dirigí a la armería y me compre todo un equipo completo. Me recomendaron el equipo Wooden, así que juntando todos mis ahorros lo compre y me fui de la ciudad elfica decidido a encontrar al dueño del nombre escrito en el pedazo de papel.
Pero en el camino, me encontré con una maga de nombre Siamesa ( con la que tiempo mas tarde compartiríamos muchas batallas en Agony ), ella curo mis heridas que nunca habían sanado del todo del ataque de los orcos y me dijo que andaban buscando gente para ir a un lugar conocido como Elven Fortress. Con un poco de curiosidad acepte ir al lugar no sin antes despedirme de tan hermosa elfa maga.
Llegando al lugar, me asombro el aspecto del mismo. Nunca imagine que en las cercanías a la ciudad elfica habría un sitio tan horrible. A comparación de la ciudad, este lugar si que daba miedo. Pero si se podía ver que antes había sido un lugar hermoso. Las paredes todas llenas de telas de arañas y derruidas, los pilares que sostenían el techo igual, el suelo todo agrietado, los techos que a cada rato se le caía algún cascote de el, en si era un lugar bastante atemorizante, si también decimos que lo único que lo iluminaba eran velas ya que la luz del sol era incapaz de entrar en el.
Una vez que entre al sitio, me encontré con una escalera muy larga que bajaba a lo que seria una cámara llena de orcos. Como ya me les había enfrentado en otro momento, en los campos cercanos a la ciudad, decidí atacarles sin saber que estos orcos eran mejor guerreros que con los que había combatido tiempo atrás.
Si no fuera por la aparición de una elfa guerrera de nombre Araielle, de seguro que habría sido mi fin. Ella era de mi edad mas o menos y tenia una sed de sangre increíble. Ataco a los orcos sin ningún signo de piedad. Cuando culmino la matanza de los orcos, Araielle se me acerco y me pregunto acerca de lo que hacia en un sitio tan peligroso como ese. Fue ahí cuando le comente a ella acerca de lo que me había dicho la elfa maga. Ella asombrada me dijo que se había encontrado con ella también y que había venido por lo mismo.
Ahora con una compañera de batalla, las cosas serian mas fáciles para mi. Pero cuando ingresamos a la siguiente cámara, ella desapareció misteriosamente y me quede solo de vuelta, esta vez rodeado de esqueletos.
Incapaz de pedir ayuda o de poder retroceder, decidí hacer un ataque suicida y comencé a atacar a los esqueletos. A pesar de que eran huesos, los muy truhanes se supieron defender bien. Nunca en mi vida había enfrentado tantos enemigos. Las cosas al principio parecían favorables para mi, pero uno de los esqueletos se metió en una de las cámaras anexas a la que yo estaba y trajo mas ayuda. Superado enormemente en numero decidí hacer el ultimo sacrificio y me calce la Red Sunset que me había ganado tras una misión de importancia y comencé a cortar cabezas de esqueletos mientras mis viejas heridas se abrían nuevamente.
Desangrado y con el ultimo aliento de fuerza que tenia solo me quedaba un esqueleto. El sabia muy bien que si me clavaba una flecha moriría sin remedio y el muy truhán lo hace. Dispara la flecha, pero no sin antes yo lanzarle mi daga y con ella acabar con su vida.
Sin nada que hacer que solo esperar la muerte cerré mis ojos para prepararme para el descanso eterno.
Pero parece que la fortuna me sonreía porque una vez que había cerrado mis ojos una luz me envolvió y lo siguiente que recordaba era el abrir los ojos y ver una elfa maga la cual me había revivido. Nunca me dijo su nombre pero le estaré eternamente agradecido, Una vez que me curo mis heridas me acompaño a la salida de la Elven Fortress y me dijo que para entrar a ese lugar aun me faltaba mucho entrenamiento. Yo le agradecí por todo y me fui de regreso a la ciudad para aprender algunas técnicas.
Al parecer este viaje en busca de la extraña Isilwen, debía ser aplazado por el momento.
Pero si cuento eso, les estaría mintiendo.
La realidad es otra. Mi historia comienza realmente una noche en la que desperté en las cercanías a la Elven Village sin ningún recuerdo de cómo llegue allí. Lo único que llevaba puesto era un equipo de batalla, una espada, una daga y dos artefactos en mi poder. Un papel con un nombre escrito y un medallón con una extraña inscripción.
Cuando desperté comencé a caminar por la zona y me encontré con unas criaturas extrañas de apariencia canina. Luego me enteraría que su nombre era Bearder Keltirs. Sin siquiera provocarlos los animales me comenzaron a atacar y tuve que hacer uso de la daga para que no me mataran.
El combate fue muy largo y por cada Keltir que mataba tres tomaban su lugar. Casi en el final cuando estaba a punto de morir por una ultima mordida una daga salio de la nada y se clavo en el pecho del Keltir matándolo al instante.
La daga pertenecía a Hasiel, un elfo estudiante para Plains Walker. Hasiel me explico que para sobrevivir en las cercanías a Elven Village debería de tener un mejor equipo y armamento y me pidió que lo siguiera a la ciudad.
Cuando estábamos llegando no podía dejar de estar asombrado por semejante belleza. La ciudad era realmente hermosa y sus calles estaban tan iluminadas como si fuera de día. Había muchos elfos y elfas en las calles y muchos se peleaban con otros para demostrar su poder ante algunas elfas que los miraban con asombro.
En eso, Hasiel me dice que lo espere y desaparece por una puerta. Al rato viene con un equipo, arco y flechas y me dice que con eso comience a cazar. También me dijo que había pobladores que necesitaban ayuda siempre para realizar ciertas tareas, que los busque y ofrezca mi ayuda.
Luego de eso, me dice que si necesitara su ayuda le avise y que el vendría a ayudarme y parte hacia un destino incierto.
Yo comienzo a recorrer las calles de la ciudad elfica y de repente me viene a la memoria un sitio similar. Un sitio que al parecer fue donde crecí. Una ciudad de nombre Rivendel. En honor a esa ciudad me hago llamar Rivendel. Pero ese nombre sonaba mas a un apellido que a un nombre. Por lo tanto, paso los días pensando en un nombre apropiado para mi.
Cansado de buscar un nombre, me dirijo nuevamente a las cercanías de la ciudad y diviso unos orcos que al verme exclaman una palabra. – An’ kn. An’ kn.
Los orcos comienzan a acercárseme y yo me preparo a hacerles frente. Agarro mi arco y comienzo a clavarles flechas en sus corazones de piedra. Uno por uno van cayendo por las flechas que les clavo. Cuando el ultimo cae, vuelve a decir la palabra An’ kn.
Viendo que los orcos repitieron esa palabra una y otra vez la adopto como nombre pero le hago unas modificaciones. Desde ese día me conocerían como Ankin Rivendel.
Pasa el tiempo y me hago de amigos y enemigos. Recorro gran parte de la Elven Village y me familiarizo con sus alrededores a tal punto que me hago un excelente explorador.
Pero un día se me da por preguntarle a alguien acerca de los artefactos que estaban conmigo desde que aparecí en la Elven Village sin memoria alguna.
Llego al templo de Eva y me encuentro con una Magíster, la cual al inspeccionar ambos artefactos me informa que en el papel se encuentra el nombre de una elfa que es muy reconocida en la Elven Village. El nombre de esa elfa era Isilwen.
Extrañado por la historia que me contó la magíster decido ir en busca de la tal Isilwen a ver si ella me puede dar alguna pista de mi pasado.
Pero antes de irme, la magíster me dice que me quede un día mas, así ella descifra la inscripción del medallón. Con un poco de impaciencia termino aceptando y le pido que me tenga listo todo para la mañana a primera hora porque partiría en busca de la elfa Isilwen.
Llegada la mañana, me levanto y me dirijo al Templo de Eva para ver si la magíster resolvió el acertijo del medallón.
Una vez con ella, me informa que era elfico antiguo y que solo es una palabra: Elleasar. Extrañado por esa inscripción me despido de la magíster y comienzo mi travesía para encontrar a Isilwen.
El viaje no seria fácil y sabía de antemano que tendría que enfrentarme a muchos peligros. Lo que no sabia era de que uno de esos peligros me lo enfrentaría en Elven Fortress.
Decidido a prepararme para el viaje, me dirigí a la armería y me compre todo un equipo completo. Me recomendaron el equipo Wooden, así que juntando todos mis ahorros lo compre y me fui de la ciudad elfica decidido a encontrar al dueño del nombre escrito en el pedazo de papel.
Pero en el camino, me encontré con una maga de nombre Siamesa ( con la que tiempo mas tarde compartiríamos muchas batallas en Agony ), ella curo mis heridas que nunca habían sanado del todo del ataque de los orcos y me dijo que andaban buscando gente para ir a un lugar conocido como Elven Fortress. Con un poco de curiosidad acepte ir al lugar no sin antes despedirme de tan hermosa elfa maga.
Llegando al lugar, me asombro el aspecto del mismo. Nunca imagine que en las cercanías a la ciudad elfica habría un sitio tan horrible. A comparación de la ciudad, este lugar si que daba miedo. Pero si se podía ver que antes había sido un lugar hermoso. Las paredes todas llenas de telas de arañas y derruidas, los pilares que sostenían el techo igual, el suelo todo agrietado, los techos que a cada rato se le caía algún cascote de el, en si era un lugar bastante atemorizante, si también decimos que lo único que lo iluminaba eran velas ya que la luz del sol era incapaz de entrar en el.
Una vez que entre al sitio, me encontré con una escalera muy larga que bajaba a lo que seria una cámara llena de orcos. Como ya me les había enfrentado en otro momento, en los campos cercanos a la ciudad, decidí atacarles sin saber que estos orcos eran mejor guerreros que con los que había combatido tiempo atrás.
Si no fuera por la aparición de una elfa guerrera de nombre Araielle, de seguro que habría sido mi fin. Ella era de mi edad mas o menos y tenia una sed de sangre increíble. Ataco a los orcos sin ningún signo de piedad. Cuando culmino la matanza de los orcos, Araielle se me acerco y me pregunto acerca de lo que hacia en un sitio tan peligroso como ese. Fue ahí cuando le comente a ella acerca de lo que me había dicho la elfa maga. Ella asombrada me dijo que se había encontrado con ella también y que había venido por lo mismo.
Ahora con una compañera de batalla, las cosas serian mas fáciles para mi. Pero cuando ingresamos a la siguiente cámara, ella desapareció misteriosamente y me quede solo de vuelta, esta vez rodeado de esqueletos.
Incapaz de pedir ayuda o de poder retroceder, decidí hacer un ataque suicida y comencé a atacar a los esqueletos. A pesar de que eran huesos, los muy truhanes se supieron defender bien. Nunca en mi vida había enfrentado tantos enemigos. Las cosas al principio parecían favorables para mi, pero uno de los esqueletos se metió en una de las cámaras anexas a la que yo estaba y trajo mas ayuda. Superado enormemente en numero decidí hacer el ultimo sacrificio y me calce la Red Sunset que me había ganado tras una misión de importancia y comencé a cortar cabezas de esqueletos mientras mis viejas heridas se abrían nuevamente.
Desangrado y con el ultimo aliento de fuerza que tenia solo me quedaba un esqueleto. El sabia muy bien que si me clavaba una flecha moriría sin remedio y el muy truhán lo hace. Dispara la flecha, pero no sin antes yo lanzarle mi daga y con ella acabar con su vida.
Sin nada que hacer que solo esperar la muerte cerré mis ojos para prepararme para el descanso eterno.
Pero parece que la fortuna me sonreía porque una vez que había cerrado mis ojos una luz me envolvió y lo siguiente que recordaba era el abrir los ojos y ver una elfa maga la cual me había revivido. Nunca me dijo su nombre pero le estaré eternamente agradecido, Una vez que me curo mis heridas me acompaño a la salida de la Elven Fortress y me dijo que para entrar a ese lugar aun me faltaba mucho entrenamiento. Yo le agradecí por todo y me fui de regreso a la ciudad para aprender algunas técnicas.
Al parecer este viaje en busca de la extraña Isilwen, debía ser aplazado por el momento.
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