Capitulo I…………………………………………………………….en busca de un viejo amor
Un año luego de la noche del final, Rubi se encontraba en su habitación pensando en él. Pues aunque extraño parezca, ella contó cada segundo que vivía sin su amado. Sabía que era imposible volver a verlo, pero al mismo tiempo, sabía que no. Después de todo, como olvidar lo mejor que le pudo ocurrir en su vida. De algún modo debía volver con Blanquito.
En fin, solo tomo algo de ropa normal, se vistió, y decidió salir a caminar para meditar un poco sobre todo.
Su destino era Takiro, pero caminaba sin rumbo alguno. En el camino encontró el lago donde se vieron por primera vez. Pero en fin, luego de un largo rato, logró llegar.
Vio a su alrededor. Unos niños jugaban, la gente paseaba y un hombre colocaba carteles por el pueblo. La intriga la venció, y se dirigió a leer los carteles que colocaban.
Mañana en la noche. Habrá una gran actuación de los samurais. Todos quedan cordialmente invitados.
Ya se imaginan cual fue su idea al ver ese aviso, asistir para ver a alguien por quien su corazón aclama.
Al ver esto, regresó inmediatamente al dojo. Al llegar se topó con su maestro.
-Hace tanto tiempo que te veía tan feliz ¿Qué ha ocurrido?- pregunto su maestro.
-Solo cosas-.
Ella comenzaba a dirigirse a su habitación, cuando entonces el le interrumpe.
-Mañana en la noche se reunirán todos los samuráis en el pueblo. Creí que tal vez te interesaría-.
Pues claro el se había dado cuenta del porque de su felicidad, solo fue un modo de decirle que si. Ella lo miro muy emocionada, dio unos pasos lentamente, y luego, corrió a su habitación.
Pasó todo el día viendo su ropa, no sabia que era lo que debía vestir para la noche siguiente. Continuó su búsqueda, y de repente, se encontró con una caja, que arriba decía Shiro. Sin dudar, abrió la caja, dentro encontró las armas de Shiro. Dagas, shuriken, y cosas por el estilo. Pero aun mas abajo, encontró una caja más pequeña, con un listón atado por encima de ella, pero esta decía “Para Lucy”. No podía entender como algo para ella estuviese en esa caja. Cuidadosamente, desató el listón, abrió la caja, y encontró en hermoso kimono rosa y amarillo con una nota. Tomo el papel, y comenzó a leerlo en voz baja.
-Querida Lucy: como verás he dejado esta caja con todo lo que siempre me ha servido en mi entrenamiento… Bueno excepto el kimono, eso es un regalo que tu madre pensaba darte cuando crecieras. Pude encontrar esto en un pequeño hogar donde tú naciste. Me habría encantado ver tu sonrisa al ver esto, pero ya sabes, no podré volver. Ya es hora de ir por Blanquito, lamento no poder escribir mas que solo esto. Espero algún día volver a verlos, gracias por todo-.
Dejó caer la nota, y levantó el kimono. No podía dejar de contemplarlo, y luego se le pasó por su cabeza “¿Cómo reaccionará él?
Luego de unos minutos, ella dejo el kimono, y se encamino a un espejo. Comenzó a peinarse de distintos modos, pero ninguno llegó a gustarle. Finalmente, solo se colocó el cabello de forma que pudieran verse sus ojos. Aunque todo esto fuera innecesario, ya que aun faltaba un día, parecía no importarle, pero después de un tiempo, comenzó a sentir sueño. Entonces se encamino a su cama, y comenzó a dormir.
Ya era de mañana. Rubi se levantó, y lo primero que pensó fue en él. Ya no podía esperar mas, necesitaba verle. Entonces, se dirigió lentamente a la caja, se colocó el kimono, y suavemente se peino. Comenzó a salir del dojo, en la puerta se encontró con su maestro, se acercó a el, y le dio un fuerte abrazo.
-Diviértete, y ten mucho cuidado- dijo el.
-Si lo tendré-.
Caminaba algo lento, pues aun faltaba todo el día. Nuevamente se encontró al lago en su camino, se detuvo y lo miro muy fijamente. Vaya gran momento que le dieron sus recuerdos, le devolvieron el hermoso momento del primer y último beso.
Con una sonrisa en el rostro, continuó su camino.
Aproximadamente una hora más tarde, llegó al pueblo.
En el centro de Takiro, aun estaban montando lo que a la noche seria el escenario. Los asientos ya estaban colocados, ella se sentó pacíficamente en uno de los lugares más cercanos al escenario.
-Al parecer te gusta la actuación ¿No es así?- dijo un hombre que estaba trabajando allí.
-Digamos que solo es una ocasión muy especial- respondió ella.
El hombre sonrió levemente, y se retiró a continuar con su trabajo. Ella permanecía sentada, en un instante vio a un hombre de ropas largar, y un gran sombrero para cubrirse del sol, parecía un agricultor. Lentamente se acercó a los asientos más lejanos. Rubi trato de verle el rostro, pero el sombrero le tapaba. No le dio gran importancia, y comenzó a ver las nubes.
La noche nacía poco a poco, la impaciencia era cada vez más grande. Y los asientos se llenaban también con el correr de las horas.
Ya era hora de la obra. El hombre extraño tomó uno de los asientos de la misma fila que se encontraba ella. Estaba a solo dos asientos a su derecha. Nuevamente trató de ver su rostro, pero como antes, no podía verle. No se rindió tan rápidamente, seguía intentando, aunque por dentro sabía que nada lograría.
El acto comienza, y, al mismo tiempo, ella deja de ver al desconocido, ahora lo importante era encontrar a Blanquito.
Todos los samurai iban entrando hacia la plataforma, pero el no aparecía. Comenzaba a perder las esperanzas, pero entonces, vio salir a Reiko, y detrás, estaba el. Pero, algo en el no era como lo recordaba, principalmente, su ropa, ahora llevaba una armadura y no su antigua ropa de principiante. En sus ojos podía verse un gran odio, y su cabello estaba algo mas largo. Pero, definitivamente, era el, sus ojos blancos y su cicatriz.
Cada uno de ellos, portaba un arma de madera. Lo que se hacía llamar actuación, en realidad era un entrenamiento, pero a la gente no parecía importarle… parecían no saber que no era actuado. A Blanquito lo hicieron luchar con Reiko, ella se asustó mucho al ver quien era su oponente, pues hasta donde recordaba, el era un gran luchador.
La orden de comienzo se oyó, ambos de frente, dieron una reverencia, desenfundaron sus armas y empezaron.
Rápidamente, Reiko logró hacer que blanquito perdiera su arma, ella comenzaba a sentir una gran rabia al saber que no podía intervenir. Blanquito, calmado, veía como su arma se iba por detrás de el, Reiko aprovechó ese momento para golpearle, aun con su vista en el piso, tomó el arma de Reiko con solo una mano. Rubi se alivió al ver que todo iba bien, la gente aclamaba a Blanquito.
La “obra” llegó a su fin, todos los samurai ya comenzaban a marcharse. Ella empezó a seguir a Blanquito. Corrió a el y lo abrazó por detrás.
-¿Pero que crees que haces?- dijo el.
-Te extrañe tanto-.
-¿Y tú quien eres?-.
Algo andaba muy mal.
-¿No me recuerdas?- dijo Rubi muy dolida.
-No-.
-Soy Rubi-.
-No, nada-.
Rubi comenzó a llorar.
-Dijiste que me amabas, dijiste que nunca me olvidarías-.
-Te recordaría si fueras algo importante-.
-Espero que esto pueda ayudarte-.
Ella lo tomo muy suave y le dio un beso. Y sin más palabras se marchó.
El estaba totalmente confundido, no podía entender que había ocurrido.
-No creo que alguien sea capaz de mentir sobre el amor y dar un beso- dijo el hombre extraño a él.
aquí llego la segunda parte de la historia por la q aclamaban o.O
disfrutenla
agradeceria mucho q dejen sus opiniones como en el anterior
Un año luego de la noche del final, Rubi se encontraba en su habitación pensando en él. Pues aunque extraño parezca, ella contó cada segundo que vivía sin su amado. Sabía que era imposible volver a verlo, pero al mismo tiempo, sabía que no. Después de todo, como olvidar lo mejor que le pudo ocurrir en su vida. De algún modo debía volver con Blanquito.
En fin, solo tomo algo de ropa normal, se vistió, y decidió salir a caminar para meditar un poco sobre todo.
Su destino era Takiro, pero caminaba sin rumbo alguno. En el camino encontró el lago donde se vieron por primera vez. Pero en fin, luego de un largo rato, logró llegar.
Vio a su alrededor. Unos niños jugaban, la gente paseaba y un hombre colocaba carteles por el pueblo. La intriga la venció, y se dirigió a leer los carteles que colocaban.
Mañana en la noche. Habrá una gran actuación de los samurais. Todos quedan cordialmente invitados.
Ya se imaginan cual fue su idea al ver ese aviso, asistir para ver a alguien por quien su corazón aclama.
Al ver esto, regresó inmediatamente al dojo. Al llegar se topó con su maestro.
-Hace tanto tiempo que te veía tan feliz ¿Qué ha ocurrido?- pregunto su maestro.
-Solo cosas-.
Ella comenzaba a dirigirse a su habitación, cuando entonces el le interrumpe.
-Mañana en la noche se reunirán todos los samuráis en el pueblo. Creí que tal vez te interesaría-.
Pues claro el se había dado cuenta del porque de su felicidad, solo fue un modo de decirle que si. Ella lo miro muy emocionada, dio unos pasos lentamente, y luego, corrió a su habitación.
Pasó todo el día viendo su ropa, no sabia que era lo que debía vestir para la noche siguiente. Continuó su búsqueda, y de repente, se encontró con una caja, que arriba decía Shiro. Sin dudar, abrió la caja, dentro encontró las armas de Shiro. Dagas, shuriken, y cosas por el estilo. Pero aun mas abajo, encontró una caja más pequeña, con un listón atado por encima de ella, pero esta decía “Para Lucy”. No podía entender como algo para ella estuviese en esa caja. Cuidadosamente, desató el listón, abrió la caja, y encontró en hermoso kimono rosa y amarillo con una nota. Tomo el papel, y comenzó a leerlo en voz baja.
-Querida Lucy: como verás he dejado esta caja con todo lo que siempre me ha servido en mi entrenamiento… Bueno excepto el kimono, eso es un regalo que tu madre pensaba darte cuando crecieras. Pude encontrar esto en un pequeño hogar donde tú naciste. Me habría encantado ver tu sonrisa al ver esto, pero ya sabes, no podré volver. Ya es hora de ir por Blanquito, lamento no poder escribir mas que solo esto. Espero algún día volver a verlos, gracias por todo-.
Dejó caer la nota, y levantó el kimono. No podía dejar de contemplarlo, y luego se le pasó por su cabeza “¿Cómo reaccionará él?
Luego de unos minutos, ella dejo el kimono, y se encamino a un espejo. Comenzó a peinarse de distintos modos, pero ninguno llegó a gustarle. Finalmente, solo se colocó el cabello de forma que pudieran verse sus ojos. Aunque todo esto fuera innecesario, ya que aun faltaba un día, parecía no importarle, pero después de un tiempo, comenzó a sentir sueño. Entonces se encamino a su cama, y comenzó a dormir.
Ya era de mañana. Rubi se levantó, y lo primero que pensó fue en él. Ya no podía esperar mas, necesitaba verle. Entonces, se dirigió lentamente a la caja, se colocó el kimono, y suavemente se peino. Comenzó a salir del dojo, en la puerta se encontró con su maestro, se acercó a el, y le dio un fuerte abrazo.
-Diviértete, y ten mucho cuidado- dijo el.
-Si lo tendré-.
Caminaba algo lento, pues aun faltaba todo el día. Nuevamente se encontró al lago en su camino, se detuvo y lo miro muy fijamente. Vaya gran momento que le dieron sus recuerdos, le devolvieron el hermoso momento del primer y último beso.
Con una sonrisa en el rostro, continuó su camino.
Aproximadamente una hora más tarde, llegó al pueblo.
En el centro de Takiro, aun estaban montando lo que a la noche seria el escenario. Los asientos ya estaban colocados, ella se sentó pacíficamente en uno de los lugares más cercanos al escenario.
-Al parecer te gusta la actuación ¿No es así?- dijo un hombre que estaba trabajando allí.
-Digamos que solo es una ocasión muy especial- respondió ella.
El hombre sonrió levemente, y se retiró a continuar con su trabajo. Ella permanecía sentada, en un instante vio a un hombre de ropas largar, y un gran sombrero para cubrirse del sol, parecía un agricultor. Lentamente se acercó a los asientos más lejanos. Rubi trato de verle el rostro, pero el sombrero le tapaba. No le dio gran importancia, y comenzó a ver las nubes.
La noche nacía poco a poco, la impaciencia era cada vez más grande. Y los asientos se llenaban también con el correr de las horas.
Ya era hora de la obra. El hombre extraño tomó uno de los asientos de la misma fila que se encontraba ella. Estaba a solo dos asientos a su derecha. Nuevamente trató de ver su rostro, pero como antes, no podía verle. No se rindió tan rápidamente, seguía intentando, aunque por dentro sabía que nada lograría.
El acto comienza, y, al mismo tiempo, ella deja de ver al desconocido, ahora lo importante era encontrar a Blanquito.
Todos los samurai iban entrando hacia la plataforma, pero el no aparecía. Comenzaba a perder las esperanzas, pero entonces, vio salir a Reiko, y detrás, estaba el. Pero, algo en el no era como lo recordaba, principalmente, su ropa, ahora llevaba una armadura y no su antigua ropa de principiante. En sus ojos podía verse un gran odio, y su cabello estaba algo mas largo. Pero, definitivamente, era el, sus ojos blancos y su cicatriz.
Cada uno de ellos, portaba un arma de madera. Lo que se hacía llamar actuación, en realidad era un entrenamiento, pero a la gente no parecía importarle… parecían no saber que no era actuado. A Blanquito lo hicieron luchar con Reiko, ella se asustó mucho al ver quien era su oponente, pues hasta donde recordaba, el era un gran luchador.
La orden de comienzo se oyó, ambos de frente, dieron una reverencia, desenfundaron sus armas y empezaron.
Rápidamente, Reiko logró hacer que blanquito perdiera su arma, ella comenzaba a sentir una gran rabia al saber que no podía intervenir. Blanquito, calmado, veía como su arma se iba por detrás de el, Reiko aprovechó ese momento para golpearle, aun con su vista en el piso, tomó el arma de Reiko con solo una mano. Rubi se alivió al ver que todo iba bien, la gente aclamaba a Blanquito.
La “obra” llegó a su fin, todos los samurai ya comenzaban a marcharse. Ella empezó a seguir a Blanquito. Corrió a el y lo abrazó por detrás.
-¿Pero que crees que haces?- dijo el.
-Te extrañe tanto-.
-¿Y tú quien eres?-.
Algo andaba muy mal.
-¿No me recuerdas?- dijo Rubi muy dolida.
-No-.
-Soy Rubi-.
-No, nada-.
Rubi comenzó a llorar.
-Dijiste que me amabas, dijiste que nunca me olvidarías-.
-Te recordaría si fueras algo importante-.
-Espero que esto pueda ayudarte-.
Ella lo tomo muy suave y le dio un beso. Y sin más palabras se marchó.
El estaba totalmente confundido, no podía entender que había ocurrido.
-No creo que alguien sea capaz de mentir sobre el amor y dar un beso- dijo el hombre extraño a él.
aquí llego la segunda parte de la historia por la q aclamaban o.O
disfrutenla
agradeceria mucho q dejen sus opiniones como en el anterior
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