Capitulo I
"Era de noche en la aldea llamada Theran. Allí, en una pequeña casa que se encontraba a las afueras del pueblo, Aisha, una chica joven de 14 años le preguntó a su padre:
-Padre, ¿Puedo haceros una pregunta? -.
-Es muy tarde hija mía, deberíais estar acostada -.
-Lo sé padre, pero sólo será una pregunta, luego os prometo que me iré a dormir-.
-De acuerdo, puedes preguntarme lo que quieras pequeña -. Le dijo su padre mientras le hacía un gesto para que se sentara cerca del fuego.
-¿Alguna vez has visto a un dragón? -.
Su padre se quedó perplejo ante esa pregunta y mirando a su hija con cierta preocupación le preguntó:
-¿Por qué me hacéis esa pregunta?-.
Aisha dirigió sus ojos al fuego de la chimenea, y mientras veía como se quemaba lentamente la madera, y su luz se reflejaba en sus ojos, le dijo:
-He oído bastantes historias acerca de ellos, de lo terribles que son, de su crueldad y su sed de sangre, pero aún oyendo esas historias, no consigo tener una imagen de como pueden ser -.
-Los dragones, querida hija son unos seres monstruosos, más grandes que cualquier casa, su piel es tan dura como la más fuerte de las armaduras, y sus garras son capaces de cortar el mismo acero. Han destruido decenas de pueblos solamente para satisfacer sus instintos animales -.
-¿Son todos malos?-.
-Si, no existe ningún dragón bueno, y ahora pequeña debes ir a dormir, mañana has de ayudar a tu madre con el cultivo-.
-De acuerdo, muchas gracias padre -.
Aisha se despidió de su padre y se fue a su habitación. Aunque cerró los ojos para intentar dormir, no podía, en su interior, no creía que unos seres a los que describían tan magníficos, fueran a su vez tan terribles.
Pasaron un par de horas, y aunque sus padres ya estaban dormidos, ella, aún seguía despierta, cuando un extraño ruido le llamó la atención. El sonido era como una especie de aleteo, y cuando se asomó a la ventana vio como una figura grande se adentraba en el bosque que se encontraba cerca de su casa.
Sin pensárselo dos veces, se vistió rápidamente y sin hacer ruido para despertar a sus padres, salió de su casa hacia el bosque. Se adentró en él y guiándose por los extraños sonidos, llegó hasta un pequeño lago, en donde pudo ver a una criatura majestuosa que se encontraba allí bebiendo. Era una criatura bastante grande, y la luz de la luna, que se reflejaba en sus escamas, hacía que tuviese un aspecto casi divino.
No se sabe el tiempo que estuvo contemplando a aquella criatura, cuando una voz le despertó de aquella especie de trance.
-¿Qué estas haciendo aquí? -.
Aisha miró en todas direcciones, preguntándose de donde procedía aquella voz tan protectora.
-¿Quién eres?¿Donde estás? -. Preguntó ella un poco asustada.
-En el lago-.
Cuando la chica dirigió su mirada de nuevo al lago, vio como aquella criatura la estaba mirando fijamente, se asustó un poco y dio unos pasas hacia atrás.
-No temas, no voy a hacerte daño -.
-¿Puedes hablar? Es decir, como puedo oírte si no has abierto la boca -.
-No todo el mundo se comunica como vosotros los humanos, algunos seres como nosotros podemos hablar con la mente-.
-¿Seres? ¿que tipo de ser eres tú? -.
-Soy un dragón-.
-¿Un dragón? -.
La joven se quedó muy sorprendida, y en aquel momento recordó todo lo que su padre le había dicho sobre los dragones, su ansia de sangre, su crueldad. Pero aquel ser, no despedía ninguna de aquellas sensaciones, y su voz, producía un sentimiento de calma en ella. Aisha se acercó al lago y se sentó cerca del dragón.
-Perdona mi sorpresa, pero es que mi padre me ha dicho cosas terribles sobre vosotros -.
-Lo sé, desde hace siglos los humanos nos habéis considerado bestias primitivas que dedican todo su tiempo a destruir todo lo que hay a nuestro alrededor-.
-Perdona, yo nunca diría eso de vosotros, me gustaría conoceros, saber como sois verdaderamente-.
-Es raro ver que un humano no huye en cuanto nos ve y más raro aún el que quiera saber cosas sobre nosotros. Eres una humana muy valiente, de acuerdo que te gustaría saber-.
-En primer lugar vuestro nombre y luego quiero me cuentes algo sobre tu o los tuyos -.
-Mi nombre es Driangor y pertenezco a una antiquísima familia de dragones, antiguamente éramos cientos, y volábamos libremente por el cielo-.
-¿Qué ocurrió? -.
-Los humanos nos consideraron una amenaza para su progreso y nos estuvieron cazando como a animales, a pesar de no les hicimos nada. Por culpa de esas cacerías, ahora solo quedamos unos pocos -.
-Lo siento mucho -.
-Tú no tienes la culpa, tu eres especial-.
-Gracias-.
-Hace ya tiempo que los humanos han empezado a dejarnos, principalmente por que piensan que ya casi han acabado con nosotros -.
-Pero si dijiste que aún quedabais unos cuantos, ¿cómo conseguís pasar inadvertidos?-.
El dragón se le quedó mirando unos instantes y luego empezó a brillar intensamente. Aisha tuvo que apartar la mirada debido a la intensidad de aquella luz. Cuando aquel brillo desapareció, en el lugar donde antes había un dragón, se encontraba un joven muy hermoso de cabellos largos y rubios, sus ojos azules inspiraban tranquilidad y sus ropas eran las de un pobre granjero.
-¿Eres tu Driangor?-.
-Si, lo soy. Este es el aspecto que tengo cuando quiero pasar inadvertido ante las miradas de los humanos-.
La chica sonrió y se quedó mirando fijamente a Driangor. El dragón al notar la mirada de Aisha se sonrojó un poco y desvió la suya hacia el suelo.
-¿Por que te ríes?-.
-¿Nadie te ha dicho lo guapo que eres como humano?-.
El muchacho sonrió un poco y se tumbó en una roca mirando el cielo estrellado."
Fin del Capitulo I
"Era de noche en la aldea llamada Theran. Allí, en una pequeña casa que se encontraba a las afueras del pueblo, Aisha, una chica joven de 14 años le preguntó a su padre:
-Padre, ¿Puedo haceros una pregunta? -.
-Es muy tarde hija mía, deberíais estar acostada -.
-Lo sé padre, pero sólo será una pregunta, luego os prometo que me iré a dormir-.
-De acuerdo, puedes preguntarme lo que quieras pequeña -. Le dijo su padre mientras le hacía un gesto para que se sentara cerca del fuego.
-¿Alguna vez has visto a un dragón? -.
Su padre se quedó perplejo ante esa pregunta y mirando a su hija con cierta preocupación le preguntó:
-¿Por qué me hacéis esa pregunta?-.
Aisha dirigió sus ojos al fuego de la chimenea, y mientras veía como se quemaba lentamente la madera, y su luz se reflejaba en sus ojos, le dijo:
-He oído bastantes historias acerca de ellos, de lo terribles que son, de su crueldad y su sed de sangre, pero aún oyendo esas historias, no consigo tener una imagen de como pueden ser -.
-Los dragones, querida hija son unos seres monstruosos, más grandes que cualquier casa, su piel es tan dura como la más fuerte de las armaduras, y sus garras son capaces de cortar el mismo acero. Han destruido decenas de pueblos solamente para satisfacer sus instintos animales -.
-¿Son todos malos?-.
-Si, no existe ningún dragón bueno, y ahora pequeña debes ir a dormir, mañana has de ayudar a tu madre con el cultivo-.
-De acuerdo, muchas gracias padre -.
Aisha se despidió de su padre y se fue a su habitación. Aunque cerró los ojos para intentar dormir, no podía, en su interior, no creía que unos seres a los que describían tan magníficos, fueran a su vez tan terribles.
Pasaron un par de horas, y aunque sus padres ya estaban dormidos, ella, aún seguía despierta, cuando un extraño ruido le llamó la atención. El sonido era como una especie de aleteo, y cuando se asomó a la ventana vio como una figura grande se adentraba en el bosque que se encontraba cerca de su casa.
Sin pensárselo dos veces, se vistió rápidamente y sin hacer ruido para despertar a sus padres, salió de su casa hacia el bosque. Se adentró en él y guiándose por los extraños sonidos, llegó hasta un pequeño lago, en donde pudo ver a una criatura majestuosa que se encontraba allí bebiendo. Era una criatura bastante grande, y la luz de la luna, que se reflejaba en sus escamas, hacía que tuviese un aspecto casi divino.
No se sabe el tiempo que estuvo contemplando a aquella criatura, cuando una voz le despertó de aquella especie de trance.
-¿Qué estas haciendo aquí? -.
Aisha miró en todas direcciones, preguntándose de donde procedía aquella voz tan protectora.
-¿Quién eres?¿Donde estás? -. Preguntó ella un poco asustada.
-En el lago-.
Cuando la chica dirigió su mirada de nuevo al lago, vio como aquella criatura la estaba mirando fijamente, se asustó un poco y dio unos pasas hacia atrás.
-No temas, no voy a hacerte daño -.
-¿Puedes hablar? Es decir, como puedo oírte si no has abierto la boca -.
-No todo el mundo se comunica como vosotros los humanos, algunos seres como nosotros podemos hablar con la mente-.
-¿Seres? ¿que tipo de ser eres tú? -.
-Soy un dragón-.
-¿Un dragón? -.
La joven se quedó muy sorprendida, y en aquel momento recordó todo lo que su padre le había dicho sobre los dragones, su ansia de sangre, su crueldad. Pero aquel ser, no despedía ninguna de aquellas sensaciones, y su voz, producía un sentimiento de calma en ella. Aisha se acercó al lago y se sentó cerca del dragón.
-Perdona mi sorpresa, pero es que mi padre me ha dicho cosas terribles sobre vosotros -.
-Lo sé, desde hace siglos los humanos nos habéis considerado bestias primitivas que dedican todo su tiempo a destruir todo lo que hay a nuestro alrededor-.
-Perdona, yo nunca diría eso de vosotros, me gustaría conoceros, saber como sois verdaderamente-.
-Es raro ver que un humano no huye en cuanto nos ve y más raro aún el que quiera saber cosas sobre nosotros. Eres una humana muy valiente, de acuerdo que te gustaría saber-.
-En primer lugar vuestro nombre y luego quiero me cuentes algo sobre tu o los tuyos -.
-Mi nombre es Driangor y pertenezco a una antiquísima familia de dragones, antiguamente éramos cientos, y volábamos libremente por el cielo-.
-¿Qué ocurrió? -.
-Los humanos nos consideraron una amenaza para su progreso y nos estuvieron cazando como a animales, a pesar de no les hicimos nada. Por culpa de esas cacerías, ahora solo quedamos unos pocos -.
-Lo siento mucho -.
-Tú no tienes la culpa, tu eres especial-.
-Gracias-.
-Hace ya tiempo que los humanos han empezado a dejarnos, principalmente por que piensan que ya casi han acabado con nosotros -.
-Pero si dijiste que aún quedabais unos cuantos, ¿cómo conseguís pasar inadvertidos?-.
El dragón se le quedó mirando unos instantes y luego empezó a brillar intensamente. Aisha tuvo que apartar la mirada debido a la intensidad de aquella luz. Cuando aquel brillo desapareció, en el lugar donde antes había un dragón, se encontraba un joven muy hermoso de cabellos largos y rubios, sus ojos azules inspiraban tranquilidad y sus ropas eran las de un pobre granjero.
-¿Eres tu Driangor?-.
-Si, lo soy. Este es el aspecto que tengo cuando quiero pasar inadvertido ante las miradas de los humanos-.
La chica sonrió y se quedó mirando fijamente a Driangor. El dragón al notar la mirada de Aisha se sonrojó un poco y desvió la suya hacia el suelo.
-¿Por que te ríes?-.
-¿Nadie te ha dicho lo guapo que eres como humano?-.
El muchacho sonrió un poco y se tumbó en una roca mirando el cielo estrellado."
Fin del Capitulo I
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