Historias de un Mestizo en tiempos medievales
SOBRE IMPULSOS Y PROFESIAS
Durante su pequeño viaje a SODA, Hell se sentía un tanto raro, los dolores de cabeza no cesaban y por sobre todo su sentido de orientación ya no era el mismo. Al estar tanto tiempo ciego aludió todos sus malestares a la nueva adquisición. Al mismo tiempo recordando una de las lecciones de anatomía elfica que Sarumir le havia enseñado: “Solo los elfos de la luz pueden denotar el mundo en colores, debido a nuestra maldición solo podemos ver en escalas de grises y violetas”, aun así los dolores que lo acosaban parecían no césar.
Habiendo cruzado un pequeño camino, repleto de bosques y ya no tan feroces bestias Hell pudo observar la entrada a SODA, en ese lapso de tiempo al parecer todo dolor que lo aquejaba havia desaparecido, dándole así espacio a recrear una sola frase en su cabeza: “Yo que tanto deseaba vivir en paz, entenderme y ser entendido por las demás razas…… heme aquí recluyéndome para no causar daño alguno”. No habiendo pasado un segundo menos, como si fuese una jugarreta del tan odiado destino, un increíble dolor azoto su cabeza y su visión empezó a tornarse roja como si un manantial de sangre tapase sus ojos. Desesperado palpo su cabeza para no encontrar rastro alguno de heridas y temiendo lo peor se interno a toda prisa en aquel edificio abandonado para no volver nunca más.
Mientras tanto Ringwen llegaba desesperada a su casa para poder encontrar a su amado, ella podía imaginar la cara de felicidad de todos los que estuviesen ahí esperando por su llegada, la ansiedad hacia que Ringwen corriera a un paso ligero y sin descanso, pero cuando llego y abrió la puerta no se encontró a su amado si no a todo su clan esperándola. Al parecer Alibeth había sido notificada del sacrificio que realizo Hell para poder revivir a Ringwen y decidió llamar a todo el clan ya que el remitente de la carta que la puso al tanto le explico con breves palabras que Hell podía ser peligroso para todo el continente de Aden. Sin entender la situación Ringwen le pregunta a Alibeth: “¿Dónde esta HellMetalero?, ¿Acaso le paso algo?”, su amiga esposo una cara de dolor y dijo: “Hell ha entregado su alma en cambio de que la tuya vuelva a su cuerpo… estamos acá reunidos para…”. Al enterarse de las malas nuevas Ringwen derrocha una lagrima y dice: “Aun así quiero presenciarlo con mis propios ojos… no voy a permitir que lo maten si todavía es el quien habita su cuerpo”, Alibeth con un tono efusivo dice: “¿Qué acaso no te das cuenta que la persona que tu conocías murió y que un demonio esta habitando el cuerpo de tu amado?” y no recibe mas respuesta que: “Aun así me van a necesitar no pienso quedarme afuera”. En el justo momento que ella estaba a apunto de hablarle de forma mas dura Isgrimnur apoya una mano sobre el hombro de Alibeth y le dice: “Deja que cumpla su deseo… por otro lado vamos a necesitar toda la ayuda posible” dando por terminada así la discusión.
Mientras que el clan Tyilmandare preparaba su equipo y tácticas para incursionar en SODA, Hell logra reponerse de su recaída pero sin poder recordar quien es y que hace en ese lugar. Tan rápido como se levanta se da cuenta que yace sobre una especie de mesa de ritual y unos extraños garabatos la rodeaban, de pronto una silueta un tanto extraña se acerca por el portal de la habitación donde se ubicaba Hell y lo recibe de una forma un tanto efusiva: “¡Al fin as regresado señor mío!”, la cual el interrumpe preguntando: “¿Quién soy?, ¿Qué hago acá?”. En ese momento la silueta se posa cerca de la lámpara que daba la habitación revelando su figura, lo que parecía ser una Succubus de aspecto femenino contesta sus preguntas: “Tu eres HellMetalero de la casa Due’Maeralor, antiguo protector de esta ya embrujada escuela de artes oscuras, con tu propio ejercito te encargabas de velar por la seguridad de esta escuela y de sus sacerdotes”. Mientras Hell escuchaba las mentiras que la Succubus insertaba en su cabeza, preguntó: “¿Por qué no me acuerdo nada de lo que me cuentas?”. Mientras la Succubus se acerca a el y posa su mano en su rostro le dice: “Porque pasaron ya pasaron 5 décadas y media de tu muerte y por fin eh podido traerte a la vida para que puedas cumplir con tu promesa de venganza”. Al haber escuchado ese ultimo relato los ojos de Hell se llenaron con un fulgor rojo y dijo: “Tienes razón ahora recuerdo todo Maerlina”, al ver semejante respuesta y el fulgor rojo que sus ojos despedían Maerlina susurro: “¡Resulto!”, mientras que Hell la mira con determinación y le dice: “Reúne a mis tropas esta noche iniciara nuestra venganza”, y la Succubus le responde: “Mi señor con el resto solo puedo traer sus almas a los restos de sus ya corroídos cuerpos”, al terminar la frase se pudo escuchar una carcajada diabólica de parte de Hell , la mira y le responde: “Mejor aun sus almas se inhibirán de cualquier dolor y nuestra venganza será aun mas severa…En esta noche tormentosa traeremos caos al reino del continente no dejaremos un cuerpo con vida y de sus cenizas crearemos el nuestro”. Maerlina al escuchar tales palabras se regocijaba de placer y con unos cuantos hechizos e dibujos raros convoco un ejercito de esqueletos, que se levantaba y arrasaba con todo ser vivo que se cruzase en su camino hacia la sala de ceremonias en el subsuelo donde Maerlina y Hell se encontraban.
SOBRE IMPULSOS Y PROFESIAS
Durante su pequeño viaje a SODA, Hell se sentía un tanto raro, los dolores de cabeza no cesaban y por sobre todo su sentido de orientación ya no era el mismo. Al estar tanto tiempo ciego aludió todos sus malestares a la nueva adquisición. Al mismo tiempo recordando una de las lecciones de anatomía elfica que Sarumir le havia enseñado: “Solo los elfos de la luz pueden denotar el mundo en colores, debido a nuestra maldición solo podemos ver en escalas de grises y violetas”, aun así los dolores que lo acosaban parecían no césar.
Habiendo cruzado un pequeño camino, repleto de bosques y ya no tan feroces bestias Hell pudo observar la entrada a SODA, en ese lapso de tiempo al parecer todo dolor que lo aquejaba havia desaparecido, dándole así espacio a recrear una sola frase en su cabeza: “Yo que tanto deseaba vivir en paz, entenderme y ser entendido por las demás razas…… heme aquí recluyéndome para no causar daño alguno”. No habiendo pasado un segundo menos, como si fuese una jugarreta del tan odiado destino, un increíble dolor azoto su cabeza y su visión empezó a tornarse roja como si un manantial de sangre tapase sus ojos. Desesperado palpo su cabeza para no encontrar rastro alguno de heridas y temiendo lo peor se interno a toda prisa en aquel edificio abandonado para no volver nunca más.
Mientras tanto Ringwen llegaba desesperada a su casa para poder encontrar a su amado, ella podía imaginar la cara de felicidad de todos los que estuviesen ahí esperando por su llegada, la ansiedad hacia que Ringwen corriera a un paso ligero y sin descanso, pero cuando llego y abrió la puerta no se encontró a su amado si no a todo su clan esperándola. Al parecer Alibeth había sido notificada del sacrificio que realizo Hell para poder revivir a Ringwen y decidió llamar a todo el clan ya que el remitente de la carta que la puso al tanto le explico con breves palabras que Hell podía ser peligroso para todo el continente de Aden. Sin entender la situación Ringwen le pregunta a Alibeth: “¿Dónde esta HellMetalero?, ¿Acaso le paso algo?”, su amiga esposo una cara de dolor y dijo: “Hell ha entregado su alma en cambio de que la tuya vuelva a su cuerpo… estamos acá reunidos para…”. Al enterarse de las malas nuevas Ringwen derrocha una lagrima y dice: “Aun así quiero presenciarlo con mis propios ojos… no voy a permitir que lo maten si todavía es el quien habita su cuerpo”, Alibeth con un tono efusivo dice: “¿Qué acaso no te das cuenta que la persona que tu conocías murió y que un demonio esta habitando el cuerpo de tu amado?” y no recibe mas respuesta que: “Aun así me van a necesitar no pienso quedarme afuera”. En el justo momento que ella estaba a apunto de hablarle de forma mas dura Isgrimnur apoya una mano sobre el hombro de Alibeth y le dice: “Deja que cumpla su deseo… por otro lado vamos a necesitar toda la ayuda posible” dando por terminada así la discusión.
Mientras que el clan Tyilmandare preparaba su equipo y tácticas para incursionar en SODA, Hell logra reponerse de su recaída pero sin poder recordar quien es y que hace en ese lugar. Tan rápido como se levanta se da cuenta que yace sobre una especie de mesa de ritual y unos extraños garabatos la rodeaban, de pronto una silueta un tanto extraña se acerca por el portal de la habitación donde se ubicaba Hell y lo recibe de una forma un tanto efusiva: “¡Al fin as regresado señor mío!”, la cual el interrumpe preguntando: “¿Quién soy?, ¿Qué hago acá?”. En ese momento la silueta se posa cerca de la lámpara que daba la habitación revelando su figura, lo que parecía ser una Succubus de aspecto femenino contesta sus preguntas: “Tu eres HellMetalero de la casa Due’Maeralor, antiguo protector de esta ya embrujada escuela de artes oscuras, con tu propio ejercito te encargabas de velar por la seguridad de esta escuela y de sus sacerdotes”. Mientras Hell escuchaba las mentiras que la Succubus insertaba en su cabeza, preguntó: “¿Por qué no me acuerdo nada de lo que me cuentas?”. Mientras la Succubus se acerca a el y posa su mano en su rostro le dice: “Porque pasaron ya pasaron 5 décadas y media de tu muerte y por fin eh podido traerte a la vida para que puedas cumplir con tu promesa de venganza”. Al haber escuchado ese ultimo relato los ojos de Hell se llenaron con un fulgor rojo y dijo: “Tienes razón ahora recuerdo todo Maerlina”, al ver semejante respuesta y el fulgor rojo que sus ojos despedían Maerlina susurro: “¡Resulto!”, mientras que Hell la mira con determinación y le dice: “Reúne a mis tropas esta noche iniciara nuestra venganza”, y la Succubus le responde: “Mi señor con el resto solo puedo traer sus almas a los restos de sus ya corroídos cuerpos”, al terminar la frase se pudo escuchar una carcajada diabólica de parte de Hell , la mira y le responde: “Mejor aun sus almas se inhibirán de cualquier dolor y nuestra venganza será aun mas severa…En esta noche tormentosa traeremos caos al reino del continente no dejaremos un cuerpo con vida y de sus cenizas crearemos el nuestro”. Maerlina al escuchar tales palabras se regocijaba de placer y con unos cuantos hechizos e dibujos raros convoco un ejercito de esqueletos, que se levantaba y arrasaba con todo ser vivo que se cruzase en su camino hacia la sala de ceremonias en el subsuelo donde Maerlina y Hell se encontraban.
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