Los Ojos De La Inocencia Capitulo VIII Parte 3
- ¡Te odio! - Volvió a gritar.
Su mirada cambió totalmente, sus ojos habían perdido la claridad y pureza para dejar paso a la furia y el odio. Lehahiah no pudo evitar sentir escalofríos ante aquella visión de su hermano. No le reconocía, nunca antes le había visto así. Asustada, cerró los ojos para eludir aquella visión tan escalofriante.
La respiración de Driangor era agitada, y su pulso acelerado, seguía aún sujetando con fuerza a su hermana mientras una sed de sangre empezaba a despertarse dentro de el. Sus instintos más primitivos como dragón estaban apareciendo, y sólo podrían calmarse con una muerte.
Su mente empezaba a nublarse, ya no podía pensar con claridad, su humanidad se iba apartando para dejar paso a la bestia, sólo existía un sentimiento en ese momento, rabia, hacia aquel ser que le impedía ir hacia donde él quería.
Alzó su otra mano hacia el aire en símbolo de ejecución y chilló con fuerza.
Lehahiah seguía sin abrir los ojos, no quería ver a su hermano así, no podría soportar contemplar cómo la persona a quien más respetaba y quería en este mundo se había convertido en un monstruo, y por primera vez en toda su vida, sintió miedo de Driangor.
Aquel grito de ira se había convertido en el rugido de un animal irracional que le heló la sangre.
“¡Mátala!¡Mátala!¡Mátala!” era lo único que oía en su cabeza, las únicas palabras que entendía en medio de un mar de sensaciones primarias.
Cada vez, el eco de su racionalidad era más débil, y justo en el momento en que su raciocinio iba a expirar, cuando se disponía a matarla para poder hacer callar aquella voz tan terrible, sintió un escalofrío en la mano con la que sujetaba a Lehahiah, una sensación distinta que le hizo dudar.
Sus ojos, en los que aún podía verse un brillo de cólera, observaron con detenimiento que era lo que le había provocado aquella sensación tan desagradable, y vio cómo por su mano se deslizaban unas pequeñas gotas.
No entendía aquello, su mente aún seguía siendo la de una bestia. Alzo la vista para descubrir su origen y contempló cómo de la cara de aquel ser, se derramaban aquellas gotas de agua.
Acercó uno de sus dedos, y recogiendo una de sus lágrimas, se la acercó a la boca para probarla. Fue entonces como si una gran luz empezara a iluminar la oscuridad que reinaba en el corazón y en la mente de Driangor.
Volvía a pensar nuevamente con relativa claridad, su pulso, lentamente se debilitaba, y su respiración se iba calmando.
Recordó que aquello se llamaban lágrimas, que solían ser una señal de tristeza y temor. Miro otra vez a la cara de la persona que las derramaba, y descubrió horrorizado que era su hermana la que estaba llorando.
Se percató que una de sus manos la sujetaba por el cuello con fuerza y fue en ese momento cuando descubrió lo que estaba pasando.
Soltó a Lehahiah inmediatamente, se arrodilló, y agarrando con las manos su cabeza en gesto de desesperación, comenzó a gritar de dolor.
Fin Parte 3
p.D: Siento mucho la tardanza en haber continuado con la historia, pero es que apenas he tenido tiempo en estos meses ha escribir por algunos motivos familiares y personales. Sin embargo, y aprovechando que vuelvo a respirar un poco nuevamente, he vuelto a retomar esta historia, muchas gracias a todos aquellos que me han seguido animando. Y a los que no lo hayan leído aún, les invito a hacerlo

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