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Los Ojos de la Inocencia

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  • Ice Wolf
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    Los Ojos de la Inocencia Capitulo VI Parte III


    Sentía como sus ojos intentaban amedrentarla para que le dijese todo lo que sabía. No podía contarle lo que había ocurrido con Driangor, sino Gargant sabría del intento del “rey” para ayudar a su hijo.

    - He venido sólo para ver como se encontraba – Respondió con dificultad evitando su mirada.
    - ¿De verdad?
    - ¿A qué viene esto Gargant?
    - Verás, pensé por un momento, que habías venido para intentar ayudar a escapar al traidor. Al fin y al cabo sé que no soportáis verle en ese estado. – Murmuró acercándose aún más a la dragona.
    - No se de que me hablas – Se apresuró a decir Sarath a la vez que tensaba su cuerpo, intentando mostrar seguridad y valentía.
    - No me hagas parecer estúpido – Profirió con gran autoridad -. Sé que estas enamorada de él.

    Aquel comentario, parecía haberla enfurecido. Saltó hacia él para intentar morderle en el cuello, pero un coletazo de Gargant la lanzó con gran fuerza, chocando brutalmente contra el suelo. Intentó levantarse rápidamente para seguir peleando cuando una fuerte garra le presionó el cuello inmovilizándola completamente.

    - ¡No te muevas! – Le ordenó apretándole el cuello.

    Sarath se quedó quieta en señal de sumisión. Gargant parecía regocijarse viendo cómo una dragona tan orgullosa como ella, había sido domada como un vulgar animal de granja.

    Sin liberar la presión ejercida por éste contra ella, acercó su cabeza hasta su oído.

    - Deberías olvidarte de ese perdedor – Susurró -. Mereces a alguien mejor que él, que sea digno de ti, como yo.
    - ¡Jamás! – Gritó intentando liberarse.
    - Él no te ama, nunca lo ha hecho. Por mucho que tú le desees, la única mujer a la que amará es a esa humana.
    - ¡Calla!
    - Sólo tu eres digna de estar junto a mí, piénsatelo – Le propuso Gargant abriendo su garra permitiendo así a Sarath reincorporarse.
    - Antes que estar contigo me cortaría las alas – Le contestó volviendo a ponerse en posición de pelea.
    - En eso puedo ayudarte…- Siseó el dragón oscureciendo su mirada.

    Los dos se observaron mutuamente sin mover ningún músculo, esperando el moviendo del contrario para así poder actuar en consecuencia y poder golpear mortalmente a su enemigo.

    Sarath sabía que no tenía ninguna oportunidad de derrotar a Gargant. Él era dos veces más grande y pesado que ella, sus garras eran mucho mas largas y temibles que las suyas y en su mandíbula podía apreciarse una hilera de dientes tan afilados como la mejor de las espadas. Estaba segura de su muerte, de la futilidad de sus actos, pero no podía olvidar todo lo que había dicho de Driangor.

    - Te estoy esperando, ataca – Ordenó Gargant.

    La dragona dio un paso hacia atrás, no podía volver a atacar alocadamente si quería tener alguna esperanza de sobrevivir. Desplegó sus alas y rugió con tal fuerza, que incluso el dragón negro se estremeció.

    Aquel sonido se extendió por cada rincón del Nido del Dragón como una gran explosión, llamando la atención de todos los dragones que allí había.

    - Ya veo lo que te propones – Declaró Gargant al notar cual había sido su plan – Eres muy lista, ésta vez has ganado, pero tu novio no tendrá la misma suerte.

    Diciendo esto, extendió las alas y se fue volando a gran velocidad, dejando a Sarath extenuada por el gritó y asustada por la amenaza hecha contra Driangor.

    - ¡Sarath! – Exclamó el “rey” apareciendo en una bruma dorada delante de ella -. ¿Qué ocurre?
    - No es nada mi rey, sólo quería descargar mi rabia. Driangor no ha querido escucharme, lo siento mucho.
    - No importa, has hecho lo que has podido. Me gustaría liberarle de allí, pero eso no sería bien recibido por los demás dragones. Por el momento seguirá encerrado mientras pienso que hacer.
    - Majestad – intervino Sarath. Quería contarle lo ocurrido con Gargant, hablarle de su amenaza y la necesidad de liberar a Driangor para ponerle a salvo.
    - ¿Si? -

    Fin Parte III



    p.D: Aquí la nueva entrega, se que hace tiempo tardaba mucho en escribir las siguientes continuaciones, pero debido a que ahora, se podría decir, que he aprendido a amar la escritura, y que cuando intento dar vida y existencia a estos personajes, siento como si algo dentro de mi se sintiera feliz,he decidido publicar una nueva parte cada semana hasta el final de la historia. Muchísimas gracias a todos los que la están haciendo posible por sus comentarios y sus ganas de leer nuevas publicaciones.

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  • DARKPECA
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    Mas!!!

    esta historia me entretiene todo los dias que estoy en el laburo jejejej asique ni se te ocurra parar, yo mañana tengo dos dias libres asique ya sabes tenes dos dias para volver a empezar a escribir jejejje
    La verdad muy buena historia y debo destacar que sos muy buen escritor y dentro del juego la debes rolear d elo lindo jejej
    Suerte y hasta luego....

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  • Ice Wolf
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    Los Ojos de la Inocencia Capitulo VI Parte II


    - Todo – Contestó, provocando otro pequeño punzamiento en el corazón de Sarath. – No sabría como describírtelo con palabras, pues lo que siento por ella sólo un gran poeta lleno de inspiración podría describirlo – Suspiró mientras se apoyaba contra la puerta de su celda, dándole la espalda.
    - Entonces debe ser muy especial para haberte levantado contra los tuyos y tu propia familia. Ignoro lo especial que puede ser, pero si tu crees que lo es, entonces no dudaré de ello. Aunque tu sabes, que por mucho amor que le profeses y lo increíble y maravillosa que pueda ser ella a tus ojos, la única posibilidad de que salgas de este lugar es la de olvidarte de ella para siempre. Hacer como que si lo ocurrido, sea una simple historia sentimental, sin desembocar en algo mucho más profundo e importante,. Sólo así, quizás tu padre te perdone y te libere de este encierro.
    - Ya se lo dije a él, y ahora te lo digo a ti, jamás dejaré de pensar en ella. Si he de estar encerrado aquí hasta que eso ocurra, entonces moriré en este lugar sin tener ningún remordimiento por ello.
    - Piénsatelo por favor. Esto no es fácil para mí ni para tu padre…
    - ¿Mi padre? Te recuerdo que aunque parezca imposible, fue él el que me condenó a permanecer en esta gruta por todo lo que hice. Ya no es nada para mí, ni mi rey y mucho menos mi padre. Si no puede admitir mi relación con Aisha, entonces yo tampoco aseguraré ser su hijo. – Señaló Driangor con voz firme y decidida. Parecía que todo aquello que había pronunciado lo decía desde lo más profundo de su ser, pero no era verdad. Sarath no podía verlo, pero mientras iba diciendo todas aquellas cosas, en su rostro podía apreciarse una gran tristeza.

    Sentía un gran respeto por “rey Dragón”. Siempre le había amado como un hijo quiere a su padre. Había creído que él sería el único que comprendería y entendería su relación, que le defendería de todas las posibles acusaciones que pesarían sobre él, pero todo eso parecía haber sido sólo las ilusiones de un pobre loco, pues la realidad fue totalmente lo contrario a sus expectativas. Sólo obtuvo incomprensión, odio y dolor. Fue muy duro para él ver como la persona a la que más admiraba, se oponía a todo lo sucedido.

    Había pensado que le odiaba, que no sentía por él ningún aprecio. Pero en su corazón, lo único que de verdad había era dolor.

    - Fue él quien me pidió que viniera aquí para intentar conseguir que abrieras los ojos. Él siente todo lo que hizo, pero tenía las manos atadas por su cargo. Rompiste demasiadas reglas, no podía dejar que todo lo sucedido quedase en sólo un sermón o una pequeña discusión. Tenía que dar ejemplo, incluso si se trataba de su propio hijo. Espero que entiendas su postura.
    - Dices que he roto reglas, cuando tu misma te presentas ante mí bajo una apariencia humana, ¿no te parece irónico? – Preguntó reincorporándose un poco y mirándola de reojo con gesto serio.
    - Sólo lo hice para que no te sintieras incomodo. Pensé que en esta forma, sentirías más seguridad y entonces podrías escucharme más claramente.
    - Te agradezco el detalle, pero si todo lo que tienes que decirme son tonterías para hacerme cambiar de opinión, entonces por favor vete.

    La joven de cabellos negros se quedó un momento sin decir nada, esperando que él le dijera algo más, pero no obtuvo nada, indicando que aquella conversación había terminado. Se levantó y sin pronunciar ninguna frase de despedida, se alejó rápidamente.

    Al llegar a la salida, la luz del sol iluminó una cara totalmente sumida en las lágrimas y la desesperación. Alzó la vista al cielo y en él empezó a ver pequeñas imágenes de las veces que estuvieron los dos juntos.

    Todos momentos felices, y ninguno triste. Y aunque entre ellos hubo situaciones de gran afecto y cariño. Sólo una es la que recuerda como si hubiese sucedido el mismo día.

    Aquella vez estaban sentados en una gran pradera tan extensa que parecía un gran mar verde en donde la vista era incapaz de ver el final. Era un lugar donde la tranquilidad era absoluta y su belleza no podía expresarse con sólo las palabras. El río que pasaba cerca, de aguas tan claras y brillantes como el más precioso de los diamantes, no sólo sonaba como una melodía interpretada por el más brillante de los compositores, sino que además, cuando los rayos del sol eran reflejados por la superficie cristalina, daba la impresión de que las todas las estrellas del cielo habían bajado y se encontraban navegando por aquellas corrientes.

    Les gustaba ir allí, pues gracias al ambiente que en él reinaba, se podía pensar con claridad y disfrutar de un paisaje tan hermoso como el mismo cielo del que tanto se comentaba en los textos religiosos de los humanos.

    Por eso era el lugar favorito de Sarath, en él, ella siempre hallaba un remanso de paz. Sentía muchas más sensaciones, y notaba como formaba parte de la misma naturaleza del paisaje. Pero sobretodo, si en aquel pintoresco paraíso estaba también Driangor, la felicidad era absoluta.

    Recordaba cada vez que habían estado juntos viendo aquella maravilla natural. Fueron muchas veces, pero en ninguna tuvo el valor de decirle lo que sentía por él. Cada vez que lo intentaba, notaba como un nudo se le formaba en la garganta impidiéndole sincerarse. Pero no le importaba, ya que jamás se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que todo aquello pudiera llegar a cambiar algún día. Era un creencia infantil, lo sabía, pero cuando estas con la persona a la que más amas en este mundo, sólo piensas en vivir una vida eterna junto a ella sin que importe nada más, salvo esa vez…

    La imagen no era tan distinta como las demás veces que ambos habían ido a pasar un tiempo allí, pero Sarath había decidido que ese día, en aquel mismo lugar, aprovechando la cierta magia que parecía inundarlo todo, le diría todo lo que sentía por él, sin importarle lo que le contestase.

    Los dos estaban juntos observando el fluir del río, impregnado por los innumerables destellos de luz que los rayos del sol producían al tocar el agua. No se oía nada salvo el movimiento de la hierba que era acariciada por el viento. Un sonido celestial que aunque era percibido por las dos criaturas, sólo Driangor disfrutaba de él. Sarath no podía apreciar aquello, notaba como su corazón se aceleraba con cada mirada fugaz al joven dragón y sólo escuchaba sus fuertes latidos.

    Apoyó su cabeza contra el cuello de éste notando su gran calidez.

    - Ojala este momento fuera eterno.

    Él la miró con gesto extrañado y acariciando su mejilla con el hocico, le preguntó:

    - ¿Por qué dices eso?
    - Tengo miedo de que algún día todo esto sea sólo un viejo recuerdo y de que no volvamos a disfrutar de un día como éste.
    - No tienes por que tener miedo a ese momento. Jamás te abandonaré, ni permitiré que estés triste. Siempre estaré junto a ti.
    - ¿Lo prometes?
    - Sí
    - Entonces yo también te prometo permanecer a tu lado siempre pase lo que pase - Añadió Sarath acurrucándose más junto a Driangor.

    “Te prometo permanecer a tu lado siempre pase lo que pase”, susurró mientas se alejaba lentamente de la gruta. La recitó unas cuantas veces más en su interior como intentando encontrar un significado diferente al que intentaba ocultar, su traición.

    Se detuvo y girándose hacía donde había estado antes, intentó visualizar a Driangor sumido en la oscuridad manteniendo su firme postura y determinación. Él se encontraba prisionero de sus propios ideales y ella, en vez de apoyarle y ayudarle tal como había prometido, se había opuesto a él. Le había increpado su actuación e intentó destruir el amor que existía entre él y Aisha, sin contar con que ahora había querido forzarle a negar sus sentimientos para conseguir su liberación. Analizó el comportamiento que había tenido con él desde que se enteró de su relación, cada palabra, mirada y acción, descubriendo que durante todo ese tiempo, sólo había actuando por puro egoísmo faltando a la promesa que le hizo aquel día, despertando en ella una sensación de vacío, igual que si le hubiesen arrancado el alma.

    Intentó dar un paso más hacia delante, pero después de todo lo que recordó, su cuerpo se negaba a poner más distancia entre ella y su deber. No podía negar la evidencia, ni escapar a su verdadera responsabilidad. Un rato más estuvo debatiendo internamente sobre que hacer cuando una gran sombra empezó a aparecer en el suelo donde ella se encontraba.

    Elevó sus ojos al cielo y descubrió como la figura de Gargant descendía rápidamente hasta su posición. Su movimiento fue veloz y preciso, aterrizando con gran majestuosidad en el suelo.

    No importaba el número de veces que lo viera, siempre le impresionaba su imagen y presencia. El dragón negro replegó las alas y se le acercó con paso firme.

    - ¿Qué hacéis aquí Sarath? – Preguntó con un tono frío y acusador.

    Fin Parte II


    p.D: Gracias por todos vuestros animos

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  • donkufa
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    Muy buena historia, hay mucho amor en ella. Espero los próximos capítulos pronto, pero no tanto porque el tomarse un tiempo siempre es bueno.

    Seguí así

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  • Ice Wolf
    replied
    Los Ojos de la Inocencia

    Capitulo VI
    "Creer En Un Pensamiento, Negar Un Sentimiento"

    Parte I


    “Aisha” era lo único que repetía Driangor en su mente mientras estaba encerrado en la Gruta de la Desesperación. La luz no llegaba hasta el interior de su prisión y no se podía escuchar sonido alguno procedente del exterior. Pero eso a él no le importaba, debido a que aún sin ver y oír, con sus sentidos embotados, en su mente, todo era diferente. En ella podía contemplar el rostro de su amor, disfrutar de su presencia y escuchar aquella voz por la cual suspiraba.

    Gracias a esta forma de evasión, su encierro no era tan terrible como parecía, pero aquella, era sólo una absurda creencia para intentar superar la sensación de soledad y tristeza que reinaba en su corazón. Sentía como si cada momento que pasaba en aquel lugar, la llama de su vida se apagaba lentamente. Por mucho que pensara en Aisha, en todo lo que ella era para él, sólo conseguía que aquel fuego vital resistiera un tiempo más la llegada de su último resplandor. Pero al menos, con aquellos pensamientos, prolongando una agonía terrible, sentía que no estaba solo.

    No sabía el tiempo que llevaba sumido en aquellas tinieblas, el paso del tiempo era imperceptible, pero cada segundo que pasaba, sentía como si fuera una eternidad. La verdadera tortura no era ese lugar, ni siquiera el mismísimo infierno le asustaba, pues su auténtico pavor, era estar separado de su razón para vivir y del miedo que tenía de que su hermana al final hubiese cumplido las órdenes que le había ordenado su padre. No podía imaginar como sería el volver a verla y poder apreciar en sus ojos un vacío completo, sin ningún indicio de recuerdo de lo sucedido. Sólo la simple idea de un reencuentro así, destrozaría su alma. No quería esperar a que aquello sucediera, debía salir de allí, pero…¿Cómo?.

    Toda su especie le odiaba, su mejor amiga se sentía defraudada, su padre había renegado de su propia sangre y su hermana le había dado la espalda como si de un extraño se tratara. Había perdido todo lo que había sido hasta ahora por el afecto y el cariño de una humana, y aunque para algunos, su pérdida era mucho mayor que lo que había obtenido, él pensaba que sólo desde el momento en que la conoció, su vida empezó a tener un sentido y un valor. Él no era nada, pero ella lo era todo.

    Intentó varias veces encontrar una salida inútilmente, pero sin ninguna fuente de luz, sumido en aquella fría oscuridad, era imposible encontrar una posible ruta de escape. Todos sus sentidos, exceptuando el del tacto, no servían en aquel momento. Así que intentando guiarse por sus manos, palpo cada rincón sin conseguir nada.

    Era una prisión perfecta, donde no sólo no se podía salir, sino que además, al no poder sentir nada, uno estaba preso de sus propios recuerdos y sentimientos, con lo que todo ello unido, hacía aquella estancia, una verdadera “agonía”.

    Intentó gritar con la esperanza de que alguien pudiera ayudarle sin conseguir nada, era como si la “oscuridad” se tragara sus palabras. Aunque pensaba que estaba vivo, la idea de que en realidad estaba muerto empezó a circular por su mente.

    “Quizás este sea el final para mí, lo siento Aisha, ojala puedas perdonarme por no estar allí” se dijo entre lágrimas de desesperanza mientras notaba como sus ganas de vivir iban desapareciendo lentamente a causa su alma incompleta.

    - Incluso tú también puedes desmoronarte por lo que veo Driangor.

    El dragón levantó la cabeza con un gesto desamparado e incrédulo, pues, aunque la voz que había escuchado no era la suya, pensó que la locura había empezado a invadir su mente.

    Miró a su alrededor intentando fijarse en algo, poder apreciar cualquier cosa que no fuera la noche que allí reinaba, pero no consiguió descubrir a nada ni nadie. Y por primera vez desde que entró, sonrió ligeramente.

    - Me estoy volviendo loco… - Se lamentó.
    - No – Volvió a hablar la voz extraña. – Sólo has olvidado tus propias raíces.
    - ¿Quién eres?
    - ¿Tan desorientado estas que te has olvidado de mi? – Contestó a la vez que una pequeña chispa de luz aparecía delante de él.

    Como si de una diosa se tratase, Driangor vio el rostro de Sarath aparecer detrás de unos grandes barrotes. Su mirada seguía siendo como la última vez que la vio, fría y seria. Parecía haber desaparecido para siempre el rostro de aquella amiga con la cual había pasado tan buenos momentos.

    - ¿Por qué has venido hasta aquí?
    - He venido para ayudarte.
    - No necesito tu ayuda ni la de nadie – Gruñó agarrando las barras de hierro de la puerta con gran fuerza en gesto de enfado. Estaba seguro de que volverían a intentar convencerle de su equivocada elección - ¡Déjame, no quiero ver..! – Intentó gritar cuando Sarath le dio una bofetada con gran fuerza, dejando sorprendido a Driangor.
    - ¡Idiota!

    El dragón se llevó la mano al rostro y acariciando su mejilla dolorida la miró incrédulamente, percatándose en ese momento como, en sus ojos, empezaban a formarse unas pequeñas lágrimas. No sabía que decir o que hacer, nunca antes le había tratado así. Desde que la conocía, el trato entre ambos había sido como hermanos, sin discutir, y sin enfadarse. Él siempre la estaba protegiendo y cuidando de ella. La quería, y no soportaría que le ocurriera nada malo. Pero ahora no era así, y agachó la cabeza en señal de arrepentimiento.

    - Lo siento Sarath. Perdona mi comportamiento. Pero es que tengo miedo por todo lo que está sucediendo. No sé que es lo que está ocurriendo fuera, ni si Aisha se encuentra bien en estos momentos. Ojala estuviera con ella ahora mismo.

    Sarath se llevó una mano al pecho, sentía como si unas pequeñas agujas se clavaran en él. Amaba a Driangor desde que le conoció, pero nunca había tenido el valor de decirle la verdad. Pensaba que si le declaraba sus sentimientos, su relación podría distanciarse en caso de que él no sintiera lo mismo. Así que se limitó a seguir amándolo en silencio, esperando que en un futuro, él sintiera algo más por ella, que no fuera una simple amistad. Creía que si tenía esperanzas en que sucediera aquello que deseaba, podría afrontar ese dolor, pero no pudo. Cada día que le veía sentía como si fuera la última vez, haciendo que su amor fuera aún más fuerte.

    Su corazón lloraba, su alma se ahogaba. Era todo lo que sentía en ese momento. Él ya había elegido a una persona, y no era ella. Pero aunque se sentía triste por ello, también le odiaba. Se enamoró de una humana, un ser inferior a los ojos de su especie, pero no a los de Driangor.

    - ¿Qué tiene ella?

    Fin Parte I


    p.D: Perdonad la tardanza, pero es que estaba de vacaciones y no tenía Internet allí. Pero no pasa nada xD, pues vengo con varios capitulos completos bajo el brazo (la cantidad de tiempo que uno tiene, cuando no hace nada xD)

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  • DARKPECA
    replied
    no podes cortar aca estas loco?? jejejej segui!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  • B0B
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    y????? toy esperando, daleeeeeeee.

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  • B0B
    replied
    Grosooooooooooooo, dale mas mas mas mas mas quiero MASSSSSSSSSSSSS

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  • Ice Wolf
    replied
    Los Ojos de la Inocencia Capitulo V (Parte XI)

    Aisha miró con gran asombro a la dragona al oír sus últimas palabras.

    - Hermano…
    - Si, Driangor y yo somos hermanos. Es por eso que no puedo soportar ver como se autodestruye por un simple sentimiento afectivo que es confundido con una sensación de amor. Quiero lo mejor para él y esto no lo es…
    - Yo de verdad le amo – Suspiró entre sollozos – Le he amado desde el primer día que le vi y nunca dejaré de quererle. Es cierto que sé poco de él. Ignoro todo lo que ha tenido que sufrir por culpa de mi amor, pero si de algo estoy segura, es de que daría mi vida por él, sin importar el motivo.
    - Y.. ¿el noble?
    - Es un matrimonio concertado, si no me caso con él, mis padres sufrirían las consecuencias de mi negación. No quiero hacerlo, pero…¿qué puedo hacer?

    Lehahiah no contestó a su pregunta. No sabía de las consecuencias que podían suceder si ella se negaba a contraer matrimonio con aquel hombre. La había juzgado mal desde el principio por que su odio no le dejó ver las cosas con claridad.

    - Ojala pudiera tomar mis propias decisiones. Ser libre para decidir con quien quiero estar y qué quiero hacer, pero de una forma u otra, estoy condenada a seguir un camino ya creado para mí.- Sollozo Aisha.

    La dragona se quedó sorprendida cuando escuchó aquello, y recordó una de las últimas cosas que su padre le dijo a su hermano. “Es inútil Driangor, ella sí que demuestra y sabe cuales son sus orígenes. No es como tú, que deja influenciarse fácilmente por cosas triviales”. Antes no le había preocupado aquellas palabras, pero ahora todo parecía cambiar, y más aún cuando volvió a escuchar en su mente, la pregunta de Driangor antes aquella afirmación, “¿Quieres decir que no tiene libertad de pensamiento?”.

    Unas pequeñas lágrimas empezaron a brotar en los sus ojos mientras sus labios esbozaban una pequeña sonrisa. “Lo siento hermano, tenías razón” pensó a la vez que rodeó con su brazo a Aisha para ayudar a levantarla.

    - Te pido perdón, la verdad es que me gustaría también tener esa libertad que tanto anhelas, para poder disfrutar de lo que de verdad yo quiero.

    Aisha miró los ojos de Lehahiah, y contemplando una mirada de inocencia y ternura, le abrazó con fuerza. El odio que antes había reinado en el corazón de la dragona había desaparecido por completo, dejando sólo espacio para el arrepentimiento y la esperanza.

    - Siento lo que os dije anteriormente. Ahora veo que de verdad le amáis por encima de todas las cosas. Ojala puedas perdonarme por todas esas cosas terribles que os dije.
    - No importa. .
    - Gracias a ti ahora veo con total claridad.
    - No es verdad … - Contestó Aisha sonrojándose un poco ante aquella situación tan embarazosa.

    Lehahiah sonrió, le dio un beso en la frente y girándose, empezó a caminar lentamente.

    - ¿Dónde vais?
    - A buscar mi vida. No temas, volverás a ver a Driangor, te lo prometo. – Y pronunciando aquello, desapareció entre la oscuridad del bosque.

    Fin Parte XI

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  • B0B
    replied
    Vamos loco, primera vez q entro a este thread y ya estoy enganchado, me acabo de leer todo.

    Apura lpm, escribi rapido q necesito saber como sigue la historia.

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  • IImeganII
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    upupupupupupupupupupup =)))))))))))))

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  • HellMetalero
    replied
    quiero continuacion!!! me volvi adicto a esta historia ehehhe

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  • Ice Wolf
    replied
    Los Ojos de la Inocencia Capitulo V (Parte X)

    - Ojala pudiera creer en esos sentimientos que estas mostrando en éste momento por él. En verdad, me gustaría pensar que todo lo que has dicho y hecho hasta ahora ha sido movido por el amor que le sientes, pero si algo he aprendido de los humanos, es que actuáis de la forma que más os conviene según el momento.

    - Por favor, dime donde se encuentra – Le suplicó con los ojos empapados en lágrimas.

    Lehahiah la observó sin inmutarse, manteniendo una actitud fría y distante. No iba a dejarse engañar por unas pequeñas lágrimas y unas palabras. Ella no era como su hermano y nunca lo sería.

    - Estupida humana, si de verdad le amases y quisieras lo mejor para él, deberíais olvidarle.

    Aisha dejó de llorar en señal de sorpresa e ignorancia. No entendía o quizás no quería entender esas palabras.

    - Desde que te conoció, Driangor ha cambiado por completo tanto en su actitud como en su comportamiento. Ahora no sólo es odiado por todos los dragones, sino que además, su padre ya no le ve como a un hijo.
    - No es verdad…
    - Eres una egoísta que sólo busca su propia satisfacción sin importarle lo que le pueda pasar a Driangor. Habláis de amor, afecto y demás sentimientos, grandes palabras con un gran significado, pero que en vuestra boca se convierten en expresiones vacías.
    - ¡No!
    - Te sientes bien cuando él esta contigo, ¿verdad? Pero… ¿acaso sabes a todo lo que ha renunciado? Él sí esta enamorado de ti, lo ha dejado todo por ti. Su vida eres tú, pero eso no hace más que perjudicarle. Se ha quedado sólo, no le queda nada. Eso sí es amor, pero en tu caso, sólo es sentimiento de bienestar. No has dejado nada atrás, ni has abandonado algo. No le mereces.
    - ¡Calla! – Gritó tapándose los oídos. No quería seguir escuchando aquello, por una simple razón, todo era verdad. Hasta ahora, nunca se había parado a pensar en lo que él podía estar sufriendo por estar junto a ella. Sabía que le amaba, que lo daría todo por él, pero en realidad… no había dado nada.

    La dragona se acercó lentamente e inclinándose ante ella le acarició con suavidad la cabeza sacando de sus pensamientos a Aisha.

    - Por favor – Le dijo mientras le cogía de las manos y le miraba fijamente a sus ojos en señal de súplica – No puedo ordenarte que te olvides de él, ni quiero hacer que pierdas todo aquello que has sentido, pero te lo ruego, olvídate de mi hermano…

    Fin Parte X

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  • izumi2
    replied
    Muy buena la historia. Anoto aca la parte que me falta leer :P. Capitulo V (Parte VI).

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  • HellMetalero
    replied
    muy buena !!! quiero continuacion!! no me dejes con las ganas

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Working...
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